Sabiduría de lo Alto
“Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Santiago 3:14-18).
En la entrega anterior Santiago introdujo el tema acerca de quién es el hombre “sabio y entendido”, y una de las características de este hombre es su mansedumbre. Contrario a esto, si alguien en lugar de mostrar esa virtud del Espíritu, sino celos amargos, con jactancia en su corazón, miente a la verdad. Ese hombre con esas actitudes no es sabio.
Hay una sabiduría humana explicada por lo arriba expuesto, muy propia de aquellos “maestros” a quienes Santiago ha venido citando. ¿Y cómo es esa sabiduría? Por un lado, “no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.
Con esta descripción, Santiago describe esa clase de sabiduría terrenal, propia de esos hombres alejados totalmente de la verdad. Las palabras usadas por Santiago sobre esto son muy duras.
Es una sabiduría basada en el mero conocimiento humano, cuyo parecido es a algo animal y hasta diabólico. Es la sabiduría aplicada para los inventos del mal, cuyos resultados se ven en el daño hecho a los hombres mismos. Considere, por ejemplo, la sabiduría empleada por las potencias mundiales, haciendo armamentos sofisticados con el propósito de destruir a todos aquellos a quienes considera sus enemigos.
La presente guerra entre Rusia y Ucrania nos muestra cómo ese conocimiento y sabiduría humana es capaz de hacer eso.
Esa ssabiduría es teórica, cuyos resultados son la amargura, la envidia, y la ambición egoísta. Al final, esto no es sabiduría, sino pura presunción. Por cuanto no está relacionada con el cielo, sino con la tierra, no es divina sino satánica, no es espiritual sino carnal.
La sabiduría terrenal es usada para fines personales y para atentar contra el mismo prójimo.
Sin embargo, hay una sabiduría distinta, aquella usada para traer el mayor bien al hombre. ¿Cuál es el origen y cómo obra esa sabiduría? “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía”. Con semejante características, esta sabiduría no podía ser otra, sino la enviada del cielo con frutos parecidos a la obra del mismo Espíritu.
Un maestro verdaderamente sabio encarna este tipo de sabiduría. Los tales actúan con mucha pureza, son amantes de la paz, considerados, sumisos, llenos de misericordia, llegando a ser imparciales y sinceros.
Quienes obran de esta manera son auténticos guías espirituales, trayendo el mejor bienestar en la vida de aquellos a quienes enseñan.
El fruto de esta sabiduría es de justicia, sembrada “en paz para aquellos que hacen la paz”.
Desde lo más profundo del corazón de su pastor.