Someterse a Dios: Una necesidad

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7).

Santiago prosigue en estos textos con el tema de la humildad, como parte del nuevo carácter del cristiano,  tan distinta a esa actitud soberbia. Para esto, él usa cinco imperativos, enumerados así: “Someteos… resistid…acercaos… limpiad y purificad”.

Dos de ellos se refieren a nuestra profunda relación con Dios, uno nuestra actitud para con el diablo y dos son aplicados a nuestras acciones personales. Veamos los dos primeros. 

“Someteos, pues, a Dios”. Por cuanto Dios ha ofrecido una gracia a los humildes, solo hay una cosa que hacer: someterse a Él. Esto significa ordenarse bajo el señorío de Dios, rendirse a Él como un Rey conquistador, y comenzar a recibir los beneficios de su reinado.

Debemos someternos a Dios porque tal sumisión es absolutamente necesaria para la salvación.

Nos conviene someternos a Dios por ser nuestro creador, sustentador y salvador. Solo los necios se oponen a su autoridad y al final de sus días se someterán a Él (Filipenses 2:10).

Spurgeon en uno de sus sermones, hablando de este tema dijo: “· Debemos someternos a Dios porque Él nos creó. Deberíamos someternos a Dios porque su gobierno es bueno para nosotros.

Debemos someternos a Dios porque toda resistencia a Él es inútil.  Debemos someternos a Dios porque tal sumisión es absolutamente necesaria para la salvación. Deberíamos someternos a Dios porque es la única manera de tener paz con Dios”.

“Resistid al diablo, y huirá de vosotros”. La Biblia nunca nos aconseja  enfrentar al diablo, porque es un enemigo muy poderoso. Lo único que se nos recomienda es  resistirlo. Resistid significa: “estar de pie” y “en contra”.

Como él es un enemigo astuto, y engañador, la Biblia nos plantea la necesidad de vigilar y estar alerta ante sus ataques, no ignorando sus artimañas (2 Corintios 2:11). Cuando esto hacemos, Satanás “huirá de vosotros”.

Nuestro Señor Jesucristo lo resistió firme, usando la espada de doble filo (la Biblia) y al final le dejó. No hay otra manera de resistir al diablo, sino es por medio de la palabra. La resistencia continua plantea su huida.

Ceder a sus pretensiones y tentaciones es experimentar una segura derrota. “El diablo puede luchar contra el cristiano, pero no puede atraparlo”, dijo el escritor Hermas. La resistencia a la larga provoca una retirada. 

Cuando nos sometemos a Dios,  Satanás no tendrá más remedio sino huir de nosotros.  

Desde lo más profundo del corazón de su pastor.