Tened paciencia hasta la venida del Señor

 “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca” (Santiago 5:7-8). 

Santiago introduce  el tema de la paciencia a la luz del juicio venidero. No será un tema aislado si consideramos el contexto previo, el juicio que les viene a los ricos por sus injusticias hacia los pobres.

Es muy fácil afligirse  hasta perder la esperanza cuando no vemos la llegada del Señor para imponer su justicia frente a tantos  abusos. Y es allí donde la paciencia se hace necesaria, hasta ver su cosecha, como espera el agricultor.  

La carrera de esta vida  no es de cien metros, sino de un maratón que nos demanda un extra diario de paciencia.

“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor”. La virtud de la paciencia es la más requerida en la vida cristiana. Por algo ella forma parte del fruto del Espíritu. La paciencia es necesaria para todas las cosas donde está envuelta la esperanza.

La venida de Cristo nos demanda mucha paciencia, porque como dijo Morgan: “A veces, en efecto, la misma esperanza de la venida del Señor ha parecido aumentar la impaciencia en lugar de la paciencia”. Si la paciencia es nuestra compañera llegaremos hasta el final. 

Santiago nos plantea el reto de ajustar el reloj de nuestro ánimo con el propósito de correr un largo período, sobre todo cuando el tema es la segunda venida de Cristo.

Cada día es un llamado a pensar sensatamente. La carrera de esta vida  no es de cien metros, sino de un maratón que nos demanda un extra diario de paciencia. Y hay un premio al final de esa carrera. Pablo nos dice: “Corred de tal manera que lo obtengáis” (1 Corintios 9). 

Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra…”. He aquí un ejemplo para ser imitado. Si alguna paciencia es probada es la del agricultor. Santiago era un conocedor de esta imagen. El agricultor una vez cultivado su tierra necesita esperar “hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía”. El cristiano es llamado para aplicar este ejemplo en su vida.

Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones…”. Santiago repite dos veces el imperativo de tener paciencia. El primero ha sido para esperar en la justicia divina sobre las injusticias humanas, pero el segundo es “hasta la venida de Cristo”.

Si la primera demandaba mucho del ánimo, la segunda es aún más exigente. Para lograr esto debemos afirmar nuestros corazones. Con mucha facilidad podemos impacientarnos ante esta espera.

Pero “la venida del Señor está cerca”. Esa era la esperanza viva de aquellos hermanos y la debe ser para nosotros. Que su demora no nos desanime. Que su pronto retorno nos mantenga vivos, llenos de esperanza, trabajando y con un ánimo cada día renovado. 

Vivamos con tal paciencia y esperanza como si Cristo viniera hoy mismo. 

Desde lo más profundo del corazón de su pastor.