Todo lo que es bueno viene del Señor, no te confundas.

“Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:16-17).

Santiago en esta porción habla con un profundo afecto, como un verdadero pastor para quien sus ovejas son de especial estima. Anteriormente habló de “hombre”, luego de “hermano”, cuando abordó el tema del doble ánimo.

Ahora llama la atención a sus destinatarios, diciéndoles: “Amados hermanos míos…”. Estas afectivas palabras, en este orden ascendente, los preparan para la advertencia que sigue: “no erréis”. 

Otra versión traduce este texto así: “Así que no se dejen engañar, mis amados hermanos” (NTV).

¿Por qué Santiago introduce esta advertencia tan pronto terminó el tema anterior? Porque la estrategia de Satanás es convencernos de que esa vida llena de concupiscencia, sinónima de corrupción y deseos pecaminosos trae, de alguna manera, “felicidad” para quien esto practica.

Pero si nos acordamos cuáles son las verdaderas intensiones de Satanás, de acuerdo con  Juan 10:10, resistiríamos las tentaciones más fácilmente.

La advertencia de Santiago es para recordarnos la realidad del trabajo de Satanás en nuestra naturaleza caída, por cuanto él es mentiroso y engañador, presentándose ante nosotros como ángel de luz, pero al final cegándonos al peligro del pecado el cual es tan latente en nosotros.

Dios no puede ser el autor del mal.

Pablo y Pedro ya nos habían recordado de lo que ahora Santiago nos advierte (2 Corintios 4:4; Efesios 4:14; 1 Pedro 5:8, 9). De esta manera, en lugar de seguir el camino fácil del enemigo, debemos seguir el camino sin engaño de Dios, porque Él es el dador de todo lo bueno, no de lo malo. 

Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto…”. Cuánta belleza y confianza producen estas palabras. Cuán distintas son las palabras engañosas del diablo. La naturaleza de Dios es producir todo lo bueno. Los dones de Él para nosotros tienen la calificación de ser todos perfectos.

Del cielo descendió el maná para los hambrientos del desierto; después descendió Cristo, el cumplimiento del símbolo, para satisfacción plena de nuestras almas. Mis amados, no erremos, Dios no puede ser el autor del mal. 

La naturaleza de Dios es producir todo lo bueno.

 La razón de lo anterior expuesto es porque en Dios “no hay mudanza, ni sombra de variación”. Los dones de Dios, expresados en su amor, bondad y misericordias, nunca cambian.

El carácter de Dios no cambia como el nuestro.  Imagínese que Dios nos pagara conforme a nuestros bajos deseos. Si esto sucediera, cuán pobre sería nuestra vida con sus consecuencias. Pero, porque en Dios “no hay mudanza, ni sombra de variación”, nuestra fe debe ser plena. La inmutabilidad de Dios nos asegura una vida estable y llena de esperanza.

Dios es el “Padre de las luces”, pero Satanás es el padre de toda la oscuridad, vista en su engaño, mentiras y corrupción del alma.

Sin embargo, la luz en las tinieblas resplandece. 

Desde lo más profundo del corazón de su pastor.