Árboles sin frutos

 Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados… V. 12

Estos individuos son un peligro oculto: sin ningún respeto convierten en parrandas las fiestas de amor fraternal que ustedes celebran. Buscan sólo su propio provecho. Son nubes sin agua, llevadas por el viento. Son árboles que no dan fruto cuando debieran darlo; están doblemente muertos, arrancados de raíz.

Judas tuvo que ser un pastor muy preocupado por su iglesia y su doctrina. La manera como encara a los apóstatas, quienes se habían introducido entre los hermanos de una manera muy bien “camuflajada”, lo pone de manifiesto. 

La iglesia del primer siglo había logrado una de las más grandes demostraciones de vivir en una comunidad llena de un visible compañerismo, conocido como “ágapes”. 

Eran verdaderas fiestas de amor cristiano y la mejor manera de dar a conocer a los extraños lo que les unía como hijos de Dios. Es el verdadero compañerismo que idenfica a la iglesia.  Judas califica a estos apóstatas como “manchas” en esas celebraciones más íntimas de los creyentes. Tales manchas ensuciaban la belleza interna de la iglesia. 

La otra acusación era que estos hombres estaban comiendo “impúdicamente”. Por esto entendemos que ellos hacían sus cosas con el mayor descaro. Al igual que los hijos del sacerdote Elí que cometían todo tipo de desviaciones en presencia de todos los participantes de los sacrificios. 

A estos hombres no les importaba en nada el temor a Dios y su fin era, como lo expresa Judas, pastorearse a si mismos (se apacientan a sí mismos). Ninguno de ellos tenía algún interés por las ovejas. En todo caso lo que ellos buscaban era llenar sus propios vientres. 

Nubes sin agua. En el fondo de estos planteamientos Judas espera algo de estos “hermanos”.

 La figura de “nubes sin aguas” tiene la idea de mostrarnos que, así como el agricultor anhela las nubes cargadas de agua, pero no llegan, así también estos hombres están vacíos, carentes de lo más elemental para la vida cristiana. Se espera muchos de ellos, pero no traen nada en sus vidas. No traían agua para las almas sedientas. 

Árboles otoñales. Otra figura para ilustrar no solo la falta de fruto en la vida de estos hombres, sino también que están muertos dos veces. El cuadro que tenemos de los árboles otoñales es desolador. 

Todo parece un cementerio en medio de aquellos bosques frondosos de la primavera y el verano. Judas da la razón y es porque no tienen raíz. 

Aquí la raíz es la base de la fe y de la doctrina que tiene como cimiento la palabra de Dios. El impostor espiritual simplemente no da fruto. Su vida es como la higuera estéril. La idea del autor es que un árbol muerto no puede dar nunca fruto. De esta misma manera es la condición de los falsos cristiano. Están muertos espiritualmente. Ya Jesús había dicho “por sus frutos los conoceréis”. 

…fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas v. 13. 

Si en algo se pareció Judas a Jesús fue en el uso de las figuras naturales para mostrar una enseñanza o para combatir el error. Ahora usa la figura del mar. El mar en su continuo movimiento, en su vaivén interno lo que al final deja es espumas que no sirven para nada.  Aquellos hombres que se habían metido en los ágapes manchando sus celebraciones lo que producían era vergüenza. 

No puede salir nada bueno de alguien cuyo corazón no tiene a Cristo. Bien dijo él que de la abundancia del corazón habla la boca. Además, ellos eran como “estrellas errantes”. Esta es otra figura que habla de alguien que no sabe para donde va. En el espacio sideral se da continuamente este fenómeno. Esos seres se mueven de un lado para otro, con un brillo momentáneo, pero luego desaparecen.

 ¿Cuál es la diferencia de una estrella fija? Entre otras, servía como guía de los navegantes. O como la estrella que guio a los sabios del oriente hasta llegar a Jesús. Lo que en Judas quiere afirmar es que aquellos líderes no solo están extraviados, sino que quienes pretenden seguirles también andan extraviados.

Tinieblas eternas. Hay un juicio eterno para tales hombres porque al ser falsos maestros o cristianos, no le nació la luz del evangelio y por eso andan en continuas tinieblas. 

 14. De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares,

15 para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.

16 Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho.

Este pasaje es sumamente interesante porque Judas ahora habla del encargado del juicio y a   quien se aplicará el juicio. Lo primero que vemos es una profecía antediluviana. De dónde tomó Judas esta profecía es la pregunta que mantiene a los eruditos con los pelos de punta.  No hay nada en el antiguo testamento que afirme eso, pero si se sabe que Enoc existió. Lo más probable fue que Judas tomó del libro apócrifo que tenía que ver con Enoc, que ya era popular entre los judíos, y reveló esta profecía por instrucción divina. 

No es que Judas esté afirmando que ese libro es de inspiración divina, sino que por voluntad del Señor él tomó lo que allí ya existía y lo dio a conocer para una aplicación particular de estos hombres perversos que recibirán el justo juicio de Dios. 

Lo interesante de esto es que Enoc había profetizado la segunda venida de una forma que más nadie en el Antiguo Testamento lo había hecho. Observe que su descenso glorioso será con con sus santas decenas de millares. Posteriormente los escritores del Nuevo Testamento corroboraron esta palabra profetizada (Apc. 22:12). 

Interesante como Judas sigue describiendo el proceder de estos hombres y por qué serán culpables del juicio que ha de venir cuando Cristo se manifieste. Respecto a sus obras, Judas dice que sus obras son de  “impíos… impías… e impíamente”. Además agrega que ellos son: murmuradores, querellosos, andan en sus propios deseos, y la manera cómo hablan los delate como hombres terriblemente perversos. Cristo viene para juzgarlos.