Parabóla de “los labradores malvados”

(Mateo 21:33-46)

Muchas de las parábolas de Jesús fueron el resultado de alguna pregunta hecha por alguien del público, especialmente las que venían de los fariseos. La presente parábola esta precedida de otra conocida como la de “Los Dos Hermanos”, la que le hicieron los fariseos a Jesús con respecto a la pregunta con qué autoridad él hacia estas cosas. 

El hermano que dijo que iba, y no fue, representaba a los judíos por su desobediencia abierta. Y siguiendo en esa línea de desobediencia, Jesús trae esta nueva parábola, conocida como la de los “Los Labradores Malvados” (Mt 21:33-46). En ella describe claramente los pecados de aquellos líderes religiosos que estaban rechazando al mismo Hijo de Dios, al que ellos juzgarán y matarán en una vergonzosa cruz. 

Hemos dicho que una de las reglas en la interpretación de una parábola es no quedarse en los detalles, como si cada uno de ellos tuvieran un significado; si esto hacemos, le quitamos el sentido principal a la parábola misma y la podemos convertirla en una alegoría. Sin embargo, con la presente parábola esto cambia totalmente, porque los judíos necesitaban aprender la más grande lección para sus vidas y es lo que Jesús está a punto de revelarles. 

La presente parábola demuestra la verdadera naturaleza del servicio religioso de los líderes del pueblo. Un resumen de esta sería:  Ellos no cuidaron la viña con el fin de beneficiar al amo. Ellos se aprovecharon del fruto para su propio beneficio y mataron a los que Dios les había mandado como Sus representantes. Ahora, por último, ellos, al igual que aquellos labradores malvados, quieren matar al Hijo del Dueño.

La esencia de la parábola es que:

“Por causa de su ofensa contra el Dueño y Su Hijo, serán juzgados y les será quitado el terreno. Fue difícil escaparse del punto principal de esta historia. Los líderes reconocieron el ataque que Jesús les lanzaba y se enojaron. Buscaban la oportunidad de arrestarlo.” (Rafael Porter, Estudios Bı́blicos ELA: ¿Listos para el rey? (Mateo) (Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C., 1986), 87.

Leer la parábola (Mateo 21:33-46 

¿A quiénes representan los personajes de esta parábola?

El dueño de la viña representa a Dios; la viña, la nación de Israel; los labradores, los líderes religiosos; los siervos, los profetas del AT y aun Juan el Bautista; el hijo, Jesús mismo; y los demás labradores, los seguidores fieles de Jesús. Con esto en mente el lector podrá seguir a Jesús en la representación de cada uno de estos personajes con su aplicación particular. 

v. 33.  Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos.

La figura de la nación judía como la viña del Señor era muy común en la literatura profética. El profeta Isaías es uno de los que va a decir: “La viña del Señor de los Ejércitos es la casa de Israel» (Isaías 5:7). La manera como cercaban la viña consistía en poner alrededor de ella una valla de seto de espinos muy cerrados para que no entraran ni los animales ni los ladrones que pudieran robar las uvas… La otra costumbre respecto a este trabajo del viñador era la construcción de un lagar, en tal sitio las uvas se pisaban y el zumo era recogido en un almacenamiento hecho contiguo al lagar.  La torre era el lugar donde se ponían los vigilantes para avisar de los invasores. 

“… se la arrendó a unos labradores”. Este es un dato interesante porque el texto no dice que el dueño se las dejó de gratis. Se suponía que ellos deberían dar cuenta de la administración por lo que recibieron. 

¿A quiénes representaban esos labradores?

“Estos no son sino los guías espirituales del pueblo, bajo cuyo cuidado y cultivo se espera que los frutos de justicia hayan de producirse” (Roberto Jamieson, A. R. Fausset, y David Brown, Comentario exegético y explicativo de la Biblia – tomo 2: El Nuevo Testamento (El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 2002), 74.)

v. 34. Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos.

Como era de esperarse, el día llegó para recoger los frutos, así que, el que se había ido lejos, ahora ordena que sus “sus siervos” vengan para recibir las ganancias de la cosecha. Como estamos explicando, y aplicando algunos de estos detalles, estos “siervos” representaban a los profetas y otros mensajeros extraordinarios, especialmente aquellos llamados a predicar de tiempo en tiempo. 

v. 35 Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon.

Ahora veamos este resultado impensable. Los siervos no regresaron con el fruto porque algunos de ellos fueron golpeados, otros fueron matados y otros fueron apedreados. 

Con esto Jesús estaba poniendo en el recordatorio de los judíos lo que ellos hicieron con los profetas de la antigüedad. A Jeremías lo golpearon (Jeremías 37:15)

v. 36. Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera.

Así fue.  La muerte de tantos profetas antes que llegara Cristo habla tanto de lo que nos dice esta parábola. Muchos reyes rebeldes fueron instrumentos en las manos de Satanás para matar a los siervos de Dios que les denunciaban su idolatría y desviación del Señor (2 Reyes 17:13; 2 Crónicas 36:16, 18; Nehemías 9:26. 37). 

Una de las cosas que el lector ve es la maldad de los hombres a quienes Jesús está dibujando ahora. De manera que esta parábola nos habla de la manera deliberada como el pecado se apodera de los hombres. Lo labradores no se detuvieron en ensañarse contra el amo en la forma cómo trataban a todos sus enviados.  El Dr. Barclay, hablando de la actitud de estos hombres dice: “El pecado es la voluntaria oposición a Dios; consiste en seguir nuestro propio camino cuando sabemos muy bien cuál es el camino de Dios”. 

La actitud de estos labradores los preparaba para una destrucción total. 

v. 37-39. Finalmente les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad. Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron.

El evangelista Marcos le pone una nota más relevante al texto para indicar la paciencia y la elasticidad del amo en llegar hasta lo ultimo con estos labradores malvados. 

Así dice el texto: “Teniendo todavía un hijo suyo amado, por último, también lo envió a ellos diciendo: “Tendrán respeto a mi hijo.”. Mientras que la versión de Lucas (20:13) es extraordinariamente notable cuando dice: “Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré mi hijo amado: quizás cuando a éste vieren, tendrán respeto”. 

En esta parte no hay que ser un experto en hermenéutica para entender que el hijo a quien el amo envía representa a Jesucristo. La manera como el amo envía al hijo con las palabras “quizás tendrán respeto por mi hijo”, pone de manifiesto que a quien el amo está enviando no es a cualquier persona, como lo fueron sus “siervos”. Esto parecía una garantía que aquellos labradores, por tratarse del hijo del amo, no atentarían contra él. Pero observe lo que pasó.

Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero… al igual que los hermanos de José, la actuación fue la misma. Cuando vieron al soñador (José) tomaron la misma decisión. En este caso dijeron que era el “heredero”, o sea el que iba a disfrutar de los bienes de su padre. Esta es una sublime verdad porque la herencia de Dios fue destinada para el Hijo cuando se hizo humano, y se preparada para lo que será la consumación de esa herencia (Hebreos 1:2). 

 “Matémosle, y apoderémonos de su heredad…”, así es como actúa el corazón humano. La tendencia del hombre sin Dios es destruir a otros para quedarse con las pertenencias. El caso de estos hombres, ellos pasarían de ser “siervos” a herederos. 

Le echaron fuera de la viña, y le mataron…”. 

Así fue, le sacaron fuera de la viña (fuera de Jerusalén a un lugar llamado el Gólgota) donde le mataron. Esta parábola no podía ser más precisa en torno a estos detalles de la muerte de Cristo. Los “labradores malvados” representando a los romanos, los soldados y los judíos, que se ensañaron contra el “hijo del amo”, el Hijo de Dios, y lo mataron (Hebreos 13:11–13). 

Después de esto Jesús hizo la pregunta que estaba en el ambiente y que los oyentes se la estarían haciendo. Por eso la lanzó en publico: 

v. 40-41. Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo.

Observemos que la respuesta que dieron los presentes fue confirmada por Jesús. Los labradores tenían que ser destruidos sin misericordia, pero dejaron la posibilidad abierta que el amo siguiera rentando su viña a quienes realmente la pusieran a producir. El asunto fue que ellos mismos quedaron al descubierto con esta confesión. La historia de como fue destruida Jerusalén da cuenta de estas palabras confesas. No hubo misericordia para la ciudad sangrienta. 

Algunas aplicaciones que deben ser dichas de esta parábola:

Con relación a Dios, vemos acá la confianza que depositó en los hombres, habla de igual manera de su paciencia y también de su juicio al final de todo. Con respecto a nosotros, habla del privilegio y la responsabilidad que tenemos, porque al igual que aquellos labradores, se nos ha concedido todo para hacer producir la viña. Pero también habla de nuestra libertad que se nos concede para hacer las cosas mientras el amo regrese. Y también habla del corazón pecaminoso del hombre. 

El pecado es seguir nuestro propio camino cuando sabemos cual es el camino correcto al Padre.Y con respecto a Jesús, nos habla de su vida y naturaleza al ser colocado en la categoría divina, por encima de los siervos que vinieron antes. Pero, sobre todo, habla del sacrifico que le esperaba, porque mientras Jesús estaba narrando esta parábola, describía  su propio muerte. Su muerte era inminente. Lo que le iba a pasar fue lo que sucedió en los últimos versículos. 

v. 43. Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.

 v. 45. Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos.