La Parábola de la Moneda Perdida

(Lucas 15:8-10)
EL GOZO DEL HALLAZGO
Alguien ha puesto en consideración el hecho que Jesús contara tres parábolas tan parecidas, pues en todas se trata de algo perdido y el gozo del hallazgo, dejando ver la acción de la Trinidad en cada una de ellas.
De esta manera han propuesto que “en la primera parábola de la oveja perdida tenemos el amor del Hijo en la búsqueda de los perdidos; en esta segunda seguramente tenemos el amor del Espíritu en la búsqueda de los perdidos simbolizada a través de la diligencia de la mujer.
Mientras que, en la tercera, la del hijo pródigo, vemos el amor del Padre en la búsqueda de los perdidos”.
Bueno, no sabemos si Jesús tenía esto en mente, pero lo que si es cierto que el énfasis de la parábola radica en algo perdido, que es hallado, que será lo mismo que salvado.
Pensando en la parábola
Una de las reacciones comunes debido a nuestra naturaleza humana es que no nos gusta perder algo que alguna vez tuvimos, sobre todo si eso es algo de valor.
Imagínese por un momento perder la cartera donde tenemos documentos tan importantes que los usamos para toda nuestra cotidianidad. Todo lo que implica volver a sacar tantos documentos, muchos de ellos tan valiosos.
De igual manera pasará con alguna prenda valiosa o algo que ha sido muy significativo para una esposa, esposo o hijos. Nada, pues, nos produce tal estado de preocupación y hasta ansiedad que perder algo que sea de tanto valor para nosotros.
Así que la presente parábola, dentro de las tres que Jesús dijo respecto al mismo tema, nos va a presentar el valor que se les da a estos objetos perdidos, pero aplicados a la salvación del que está en la misma condición.
Imaginémonos lo siguiente.
Bien pudiéramos decir que la mujer podría haberse contentado con poseer las nueve monedas restantes; total, poseía todavía el 99% de su ganancia. Pero en lugar de conformarse con las que tenia segura decide ir a buscar la que se la ha perdido.
Antes de seguir adelante con el estudio de esta preciosa parábola vale la pena tocar acá un asunto cultural que demuestra la importancia que tenía para la mujer, para que entendamos mas el valor de la mujer y el trasfondo de las diez monedas.
Los maridos tenían la costumbre de dar a su esposa como regalo de boda una cadena con diez monedas que la mujer se ponía alrededor de la cabeza, con las joyas colgando sobre la frente.
La estimación por ese artículo era equivalente al del anillo de casados. De esta manera se entendería la preocupación de la mujer al haber perdido una de las monedas.
Leamos la parábola en Lucas 15:8-10
8 ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?
9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido.
10 Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
“¿Oh que mujer que tiene diez dracmas…?
Lo primero que vemos en esta declaración es la manera cómo el Señor maneja sus parábolas dándole oportunidad tanto a los hombres como a las mujeres.
En la anterior, hablando en preguntas, había dicho “¿Qué hombre de vosotros…? Por supuesto que allí supimos que el hombre fue el pastor, será interesante saber luego a quién representa la mujer con las diez monedas.
Tomando en cuenta el valor de estas monedas, la mujer de esta parábola era pobre, de allí la manera cómo ella se dio a la tarea de buscarla.
De manera que, para esa mujer, considerando que su fortuna solo consistía en diez dracmas, el que se le perdiera una tuvo que ser algo muy sentido.
Solo en el libro de Lucas
La palabra griega drachma solo aparece aquí en el libro de Lucas. Lo que se sabe es que era el pago de un día del salario de un soldado o de un obrero (similar a un denario).
¿… no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?
Observemos las acciones que toma la mujer: “… enciende la lámpara… barre la casa… busca con diligencia”. Consideremos que el piso de las casas de ese tiempo era de polvo.
Pero el detalle que hace la parábola aun más interesante es que ella cuando se le perdió la moneda decidió buscarla, pero era de noche.
Así que, a parte de la situación propia del piso, encender la lámpara sugiere que el tiempo de la búsqueda era de noche.
Entiéndase con esto lo difícil de la búsqueda en medio de la casa. Pero allí esta una mujer con mucha diligencia buscando la moneda que se ha perdido.
Una de las primeras cosas que observamos acá, tan distinto a la parábola de oveja perdida, es que esta moneda estaba perdida en la casa, pero de igual manera inútil así estuviera perdida en otro lugar.
Y como esta parábola forma parte de otras dos que se refiere a algo perdido, cuyo significado final es hablarnos de los hombres que están perdidos, bien se podía aplicar a aquellos que aun estando en la casa del Señor, como era el caso de los fariseos y escribas, estaban perdidos.
Con esto Jesús nos estaba advirtiendo de estar perdido en la misma Casa.
“Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas…” v. 9.
La alegría del hallazgo debe ser compartida.
Para esa mujer el objeto perdido era demasiado valioso y su hallazgo requiere de una celebración. En aquella reunión de damas fueron invitadas “las amigas y las vecinas”.
No sabemos si eso habría acontecido anteriormente, pero ahora hay una buena razón para tomarse un te o café con algunas galletas, porque la noticia ameritaba esta convocatoria. Las palabras “gozaos conmigo…” es el corazón de este asunto.
Hay un deleite porque lo que se había perdido es hallado. Con esto decimos que esta parábola nos da un vistazo de aquello en lo que el Señor se deleita.
De manera que, así como esta mujer se deleitó en encontrar la moneda perdida, cuánto más es el gozo de Dios cuando un pecador es restaurado a la comunión con Él. No hay gozo mayor que este delante de su presencia.
“Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” v. 10.
Esta es la segunda vez que Jesús repite este texto y lo hará en la próxima parábola. El por qué Dios se alegra con sus ángeles en el cielo se debe a que ellos, de acuerdo con Hebreos 1:14, son: “Espíritus dedicados al servicio divino, enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación”.
Esta parte es muy importante saberla. Los ángeles tienen acceso directo y constante a Dios, por lo tanto, están atentos a las necesidades de las personas, iglesias y naciones y celebran con el Padre cada triunfo obtenido en la tierra de una manera muy alegre.
Aplicaciones finales:
1. Esta parábola nos sigue mostrando que Dios se mueve de acuerdo con lo que dijo Pedro: “Él es paciente con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos se arrepientan” (ver 2 Pedro 3:9).
2. Algunos creen que la mujer buscando con esa intensidad a la moneda perdida, es un símbolo de la iglesia buscando al pecador.
3. Charles Simeón nos da tres puntos buenos sobre esta parábola: (1) No hay nadie que sea tan indigno que el Señor no se preocupe profundamente por él o ella; (2) No hay esfuerzos, por grandes que sean, que El no esté dispuesto a emplear para la recuperación de esos perdidos. (3) No hay nada más placentero para El que la salvación de uno de los perdidos.