Los ángeles en el momento de la muerte

Los ángeles, por tener una naturaleza distinta a la nuestra, nunca mueren. Sin embargo, son ellos los llamados por Dios para asistir a aquellos que, si tienen que morir, de acuerdo con la sentencia bíblica. Es muy alentador saber que al morir no estemos solos, y que alguien, como los ángeles, vengan para asistirnos en esos momentos finales. ¿Por qué Dios ha dispuesto que los ángeles se presenten en ese momento? ¿Por qué no ir directamente a su presencia sin la intervención de los ángeles? Estas son preguntas que pudiéramos abordar en un tema como este. Es una bendición que la Biblia nos hable de este especial trabajo por parte de los ángeles. 

La defensa que se hizo del cuerpo de Moisés

En Judas 9 encontramos un extraño texto con una referencia basada en los ya existentes libros apócrifos, entre los que se encuentra el llamado libro de Enoc. De este libro, y otras tradiciones de los judíos, se ha afirmado que Dios encargó a Miguel el entierro de Moisés. Pero que Satanás se oponía que este ángel le diera una honrada sepultura, por cuanto Moisés había matado a un egipcio. Este relato, tomado de la Asunción de Moisés, otro de los apócrifos, basándose en Deuteronomio 34:5, 6, nos dice que fuel Dios mismo el que se encargó de enterrar el cuerpo de Moisés, de manera que no se sabe hasta el día de hoy donde está su sepultura. 

Algunos creen que Moisés resucitó a penas con muy poco lapso después de haber sido enterrado, y que esa es la razón por la que luego aparece con Elías en la transfiguración. Como quiera que haya sido, lo importante de este relato es que vino un ángel para proteger al cuerpo, pero sobre todo, al alma de Moisés que luego iría hasta la presencia de Dios conducida, nada menos que, por este poderoso ángel. Este texto es confortador para saber lo que va a pasar al momento de morir. Dios ha preparado todo, de tal manera que no temamos cuando llegue se momento.

Los ángeles y Lázaro

Esta historia la encontramos en Lucas 16:19-31. Creemos que el Señor nos las dejó para llenarnos de esperanza en el momento de la muerte. Se nos habla de dos vidas. La una estuvo rodeada por la ostentación, el derroche y la indiferencia. La otra estuvo marcada por la pobreza, la enfermedad y la impotencia de salir de aquel estado. Un hombre era muy rico. El otro era muy pobre, pero, además, muy enfermo. Los dos murieron, como al final pasa con cada hombre. El funeral del rico tuvo que estar rodeado de lo más fastuoso y con los más altos reconocimientos como conviene a la muerte de un rico. Mucha gente importante pudo desfilar delante del féretro. Pero, al contrario, el funeral de Lázaro tuvo que ser el asunto más simple. A lo mejor fue tirado en una fosa común, porque no había recursos para darle un funeral digno, pero además por su propia condición de mendigo. Sin embargo, al final se nos dice que el rico fue al Hades, donde la nota distintiva era el tormento, mientras que el otro fue al “seno de Abraham”, donde todo era un lugar de gozo, paz y seguridad. No sabemos quienes vinieron a buscar al rico, pero en el caso de Lázaro, vinieron ángeles para introducir su  alma hasta la presencia misma del Señor. Solo podemos imaginarnos la escena. El que antes estaba rodeado de perros, que lamían sus llagas, ahora está rodeado de ángeles con todo su esplendor y gloria. Esta es la verdad de la muerte para un creyente. 

Lo que sucede en ese momento final

Abundan muchas historias de los hombres y mujeres cuando están en su lecho de muerte. Por supuesto que no es lo mismo la muerte de un creyente que la de un incrédulo. Para este último, ese momento pudiera ser el asunto más espantoso y terrible, mientras que, para el creyente, ese es el momento más lleno de luz en toda su vida. Carlos Spurgeon, hablando de las experiencias que tuvo al lado de esos fieles creyentes al momento de morir, ha comentado: “Si voy a morir como he visto a algunos, anhelo que llegue ese gran momento. No quiero escapar de la muerte de ninguna manera si voy a cantar como cantaron ellos. Si voy a tener tantas hosannas y aleluyas brillando en mis ojos como las he visto y oído en ellos, morir me va a ser una experiencia bendita”. Se dice que muchos de los creyentes al momento de su muerte, el recinto donde están se ha llenado de luz y de una incomparable música. 

Me tocó asistir a mi propio padre en el momento de su muerte. Por mucho tiempo fue un hombre incrédulo, pero al final ser rindió al Señor. Cuando ya estaba para morir noté que levantó sus manos hacia el cielo y su rostro se llenó de iluminación. Con sus manos parecía estar indicando que estaba viento algo muy sublime. No dudo que estaba viendo el cielo y los ángeles descender de allá para tomarle. Al momento de esa escena murió. Los creyentes tienen la promesa de que al morir los ángeles vendrán por ellos para introducirles hasta el cielo donde le aguarda su bendito y amado salvador.