Parabóla de la higuera

(Mateo 24:32-36)

Con la presente parábola finalizamos toda esta serie que nos ha ocupado más de treinta estudios. Ha sido un largo recorrido, con un largo aprendizaje. 

Por supuesto que con la culminación de esta serie no agotamos todo el estudio de las parábolas de Jesús, sino que hemos abarcado aquellas que son las más notorias y universalmente conocidas por el pueblo del Dios. 

Hubo muchos “dichos parabólicos” que Jesús pronunció y todos ellos con un gran significado. 

Esta última parábola nos emplaza en un contexto que abarca dos acontecimientos: la proximidad de la muerte de Cristo y el tema de su segunda venida. 

De allí que la declaración: “De la higuera aprended la parábola…” va a tener un significado especial, porque él no había dicho eso anteriormente. 

Con esto Jesús quería comunicarles a sus discípulos lo que ellos no deberían olvidar jamás, sino que estuvieran apercibidos. 

Si algo conocían bien los judíos era un árbol de higuera, por cuando era una planta muy popular en Israel; sus frutos eran especialmente comestibles. 

Entre sus características está el hecho de que ella produce dos frutos al año. La primera cosecha, con sus higos tempranos, maduran entre junio y principios de julio. La segunda cosecha, los higos tardíos, están madurando para el mes de agosto.

¿Cuál fue el propósito de estas palabras? 

Jesús quería dejar con estas palabras una expectativa en cuando al fin del mundo, y sobre todo de su segunda venida por cuanto nadie podía saber con exactitud el día y la hora de estos eventos, solo su Padre tiene la hora y el día cuando eso va a ocurrir. 

Así que la idea al introducir esto es que ellos aprendieran de las señales que tenían que ver con su pronto regreso a través de esta parábola. Ninguna otra captaría su atención como ésta.

 Leer la parábola (Mateo 24:32-36)

32 De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.

33 Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.

34 De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.

35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

36 Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.

“De la higuera aprended la parábola…” v. 32.

¿Qué es lo debemos aprender de la parábola? 

Tomando como comparación la higuera, el propósito de esta parábola, tendría que ver con el gran anuncio que la segunda venida seria un evento que iba a ocurrir en cualquier momento, tarde o temprano. 

Realmente esta parábola tendrá como fin despertar en medio de los discípulos el estar alerta porque tarde o temprano la segunda venida podía sorprenderles. 

“Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas”. 

Lo que los judíos sabían era que las ramas tiernas y hojas nuevas de la higuera anunciaban que el árbol ya está listo para la llegada de sus frutos. Esta era la señal que Jesús quería que recordaran.

Aun cuando la temperatura es fresca en primavera, la higuera avisa la cercanía del verano por sus ramas tiernas y brotes verdes. La oración “así también vosotros…” habla del elemento comparativo; del estar atendo y aprender de lo que significa un evento de la naturaleza de la venida de Cristo. 

Hay dos imperativos que Jesús usa acá para referirse a la misma idea de su venida: veáis y conoced. El primero es para el recordatorio cuando la higuera está en el proceso de las hojas y las flores. El segundo es el conocimiento de lo que va a venir. 

 “De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca” (v. 34). 

Este es un texto difícil de entender por la manera como Cristo habla de esta generación.

 ¿De qué generación estaba hablando el Señor? 

Una de las claves para entender lo que Jesús está diciendo es ver todo el contexto; estamos hablando de los versos que están alrededor del verso 34, pero en especial los versos anteriores a él.  Jesús ha venido hablando de eventos futuros. 

Una posición respecto a la generación de la que él habla que “no pasará”, cree que será aquella hasta que él regrese. De esta manera la “generación” a la que Cristo hace referencia está conectada con la que esté viviendo en el futuro cuando ocurran los eventos que se describen en Mateo 24-25. 

La otra posición de lo que Jesús nos dice acá con esto de “no pasará esta generación” es que esta es una profecía respecto a la destrucción de Jerusalén en el año 70 D.C. 

Jesús introdujo esto de una manera muy solemne, usando su “de cierto, de cierto os digo”, como para advertir a sus oyentes acerca de la seriedad de lo que vendría. 

Jesús había hecho referencia a esa generación en Mateo 23:36

36 De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.

 y 12:41.

41 Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar.

 Al hablar de esa “generación” estaba haciendo alusión que ese evento se produjo casi exactamente a los 40 años de la fecha en la que Jesús pronunció estas palabras. 

Lo más probable seria que muchos de sus discípulos serian testigos oculares de todas estas cosas que él había descrito. La profecía de Jesús apuntaría a un tiempo bastante cercano. 

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (v. 35)

Este pudiera ser el texto más importante de todo este discurso, porque nos da la seguridad que todo lo dicho por Jesús hasta ahora es real. 

Que si bien es cierto que todo se acabará cuando llegue el fin de mundo, con todo lo que vemos y sabemos, lo que no se acabará será la palabra de Dios. 

He aquí la garantía que lo dicho en todo este discurso escatológico se cumplirá. La venida de Cristo no es una utopía, ni meras palabras que Jesús haya dicho.  

 Lo que la Biblia nos dice una y otra vez es que este mundo no durará para siempre. La desaparición de los cielos y la tierra ya había sido dicha en Mateo 5:18. 

Y cuando vamos al último libro de la Biblia, allí nos encontramos con una de las profecías más reveladoras cuando Juan describe que “el primer cielo y la primera tierra pasaron” (Apocalipsis 21:1). 

El profeta Isaías previamente nos había dicho: “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento” (Isaías 65:17). 

Y Pedro, al hacer referencia del fin de esta creació, nos dice lo siguiente: “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:13). 

Una de las cosas que el estudiante de la escatología debe saber es que el discurso que Jesús pronunció acerca del fin del mundo y su segunda venida tiene una mezcla de dos eventos. 

Uno es lo relacionado a lo que él dijo cuando habló de esta generación, y ahora cuando habla de cuándo será su venida. 

Es por eso por lo que este pasaje se constituye en todo un desafío para el estudiante que busca explicación acerca de esta parte profética.  

De esta manera uno puede ver como Jesús entrelaza los eventos dejándonos para que pensemos, más que en fechas, en el significativo e importante de este glorioso acontecimiento. 

De esta manera, el próximo texto que el mismo Jesús nos deja quita  la idea de fijar fechas para su segunda venida. 

“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre v. 36”

Varias cosas que considerar en esta declaración del Maestro. Por un lado, Jesús afirmó con este texto que él volverá, pero que su que su segunda venida distará mucho de la primera.  

En la segunda no habrá un nacimiento en Belén, el que fue anunciado por los ángeles, en todo caso, su descenso será con poderosos ángeles.  

No vendrá con una corona de espiras sobre su cabeza, sino con una de gloria, la que el Padre mismo está confeccionando. En su primera venida, solo la madre y el padre le vieron nacer. 

En su segunda venida todo ojo le verá. Será el acontecimiento más notorio jamás antes visto por el ser humano. De allí el misterio que envuelve su venida. Cuando venga posará sus pies sobre el monte de los Olivos, que está frente a Jerusalén, de acuerdo con la profecía de  Zacarías 14:4.

“En su primera venida fue puesto como señal que sería contradicha, pero en su segunda venida, una señal que debe ser admirada (Matthew Henry, Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (Miami: Editorial Unilit, 2003), 744)”

Lo primero que observamos es que “del día y la hora nadie sabe…”. 

Cada vez que hemos oído de aquellos que se han arriesgado a ponerle una fecha a la venida Cristo, basada en sus propios cálculos, no solo se han equivocado, sino que han quedado como falsos profetas, porque se atrevieron a ponerle una fecha al único evento que solo está registrado en el calendario de Dios. 

Los ángeles pudieran ser los que se enteraran de la fecha, pero ni siquiera ellos, con tanta cercanía con el Padre, saben de ese día.

Así que siempre será temerario que alguien se aventure a ponerle fecha a la segunda venida de Cristo. 

“Jesús advierte que nadie puede pronosticar el tiempo en que la culminación de los siglos tendrá lugar, pues ese conocimiento pertenece sólo al Padre. Al afirmar que ni aun el Hijo (v. 36) sabía la hora de aquel evento, estaba contestando la pregunta de los discípulos (v. 3) y también revelando sus propias limitaciones, pues cuando se encarnó, se despojó a sí mismo… haciéndose semejante a los hombres (Fil. 2:7). 

Su humanidad fue una realidad concreta y no meramente un espejismo, como sostenían erróneamente los gnósticos. ¡Cuánto tiempo se ha perdido y cuántos se han engañado por las vanas y orgullosas pretensiones de algunos que fijan fechas para la Segunda Venida! ¡Tales personas pretenden saber más que el mismo Hijo de Dios! (Daniel Carro et al., Comentario bı́blico mundo hispano Mateo, 1. ed. (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 1993–), 315.)

Se ha dicho con mucha propiedad que la venida de Cristo es el “secreto mejor guardado que solo lo conoce el Padre celestial”. De esta manera sabemos que lo preciso del retorno del Señor no puede ser calculado por nadie. 

Entonces, ¿qué es lo que más nos debe preocupar respecto a la segunda venida de Cristo? Pues primero que estemos preparados como las 5 vírgenes sensatas con su aceite en sus lámparas, y de acuerdo con Pedro, que lo hagamos con la más grande expectativa y la mejor preparación:

Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.

11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, !!cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,

12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!

13 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.

14 Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.

(2 Pedro 3:8-14).