Parabola de las diez virgenes

(Mateo 25:1-12)

Jesús continúa sus enseñanzas proféticas en el Monte de los Olivos y su tema será el de su regreso a la tierra y del fin del mundo.La presente parábola fue dicha por Jesús a sus discípulos, pero completamente aplicable a Israel, por cuanto su tema es acerca del juicio del final de los tiempos. En este sentido, Jesús presenta dos parábolas que revelan la naturaleza de ese juicio; la de las “Diez Vírgenes” es una de ellas.  

 En esta primera parte el Señor habla de ser fiel a el tener sabiduría para esperar su regreso (1–13) y de la necesidad de estar listos para la llegada cuyo tiempo nadie puede predecir.Lo primero que hay que destacar es que la parábola de las diez vírgenes tiene que ver con las costumbres locales de las fiestas de bodas. De acuerdo con la tradición oriental, la celebración de bodas tenía lugar de noche, siendo aquella celebración una ocasión no sólo de gozo, sino también de elaborados preparativos. 

La preparación de la boda distaba mucho de las bodas de hoy. Las de ese tiempo eran bodas sin prisa y los horarios no eran tan marcados como los que demandan las bodas de modernas. La costumbre era que el novio nombraba un padrino de bodas, llamado por Jesús “el amigo del esposo” (Juan 3:29). Para los días de la boda, había un grupo jóvenes que acompañaban al novio y de igual manera lo hacían las jóvenes con la novia. Esto era así porque aquellas bodas duraban hasta 7 días.

Cuando llegada el día, el novio salía a buscar a la novia, y cuando se acercaba a la casa donde ella se encontraba se oían voces que decían: “He aquí el novio viene, salid a recibirlo”. ¿Qué sucedía después?  Que las personas comisionadas para recibirlo encendían las lámparas, y corrían con ellas en las manos para ocupar su lugar en la procesión. De esta manera la procesión se encaminaba hacia la casa de la novia. Y una vez todos adentro, se cerraba la puerta y no se volvía a abrir a quien no hubiese entrado a tiempo. Esto es lo que va a pasar en esta parábola. Jesús, nuestro gran Maestro, tomó esa figura y ese ejemplo para hablar de las vírgenes que se suponían acompañarían a la novia. 

La parábola es una invitación para prepararse adecuadamente para el retorno de Jesús. Lo fue para Israel en el tiempo de su venida, y lo es ahora dentro de lo que ha de ser la segunda venida de Cristo. Así que hay una perentoria necesidad de prepararse para el retorno inminente de Jesucristo. Los que estén preparados (estos están representados por las cinco vírgenes sensatas), entraran a la fiesta de boda, pero los que no estén preparados (las cinco insensatas), se quedaran fuera. 

Explicación de Mateo 25:1-13

 “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo” (v. 1).

La partícula de transición “entonces” sugiere un evento que ha de venir. Jesús otra vez hace una comparación del reino de Dios, pero ahora en su segunda venida, parecido a diez vírgenes que tomaron sus lámparas, al mejor estilo que lo hacían las amigas del la novia en esos tiempos. Las diez salieron a recibir al esposo. Jesús precisa el número 10 porque era el número que ocupaban las novias para su boda, y luego lo va a dividir en dos grupos de cinco. El hecho que todas ellas esperaran al novio es muy significativo en la parábola. Esto habla de lo que significa al presencia de ese novio. 

“Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas” v. 2. 

Ya Jesús habían usado el contraste entre los “insensatos” y los “prudentes” en el Sermón del monte (7:24–29). El contraste estaba entre los que “oían” y “obedecían” las palabras del Señor, mientras que aquéllos solamente “oían”. El asunto acá es que, las insensatas (v. 2) no se prepararon, no tomaron las medidas necesarias para cualquiera eventualidad. 

Pero veremos cómo las prudentes hicieron lo que era necesario, porque no sabían a qué hora de la noche vendrían. 

Amados, Dios concede a todos un tiempo para prepararse para la venida del Señor, y todo esto es con anticipación a lo que será su llegada. 

 “Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;  mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas” (v. 3, 4)

Un asunto que hay que decir de una vez, antes de seguir explicando la parábola, es que no se puede interpretar el aceite que acá, aduciendo  que el aceite de las lámparas de las vírgenes era o es tipo del Espíritu Santo. Tal cosas no puede interpretarse de esa manera, porque el Espíritu Santo no se puede comprar con dinero ya que esto es lo que la parábola demuestra.Recordemos el caso del mago Elimas que quería comprar el don del Espíritu Santo por dinero. La referencia a las lámparas tenían que ver con un  recipiente al que se le echaba la cantidad limitada de aceite de oliva. La lámpara tenían una mecha hacía arriba, y el sentido de ponerle el aceite y tenerla lista, nos da la idea que las vírgenes limpiaron bien la mecha para que el aceite hiciera su función. 

Las vírgenes insensatas no habían llevado aceite adicional para sus lámparas. El descuido fue evidente. Ellas al tomar sus lámparas no tomaron consigo el aceite. Así que sólo tenían suficiente para una corta espera. Nos imaginamos que la inesperada demora del novio había hecho necesario el aceite extra, lo que ellas no habían hecho.Vea la actuación de las vírgenes prudentes. Ellas tomaron consigo las lámparas, pero también tomaron el aceite. La clave de esta parábola está en el hecho de tomar consigo el aceite. Esto habla de preparación previa.

 Habla de asegurarse de los recursos que harán posible el sentido de la espera. Que no importa cuánto dure el novio en llegar, el aceite me ayuda en la larga espera. 

“Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron” (v. 5)

Hay que enfatizar lo que nos muestra este versículo. Las diez vírgenes se durmieron debido a la larga espera del esposo. Por cierto que la costumbre oriental al parecer es muy distinta a la de occidente. Por lo general en nuestras bodas, la que se hace esperar es la novia. Aquí vemos que quien se tarda es el esposo, y por esa tardanza todas se durmieron. De esta manera afirmamos que, el asunto no es el dormirse, sino el  tener la lámpara preparada. 

 “Y a la medianoche se oyó un clamor: !!Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” v. 6

Este texto es muy gráfico e ilustrativo. Como el esposo no dio una hora de llegada, en su larga espera, vino a la media noche, quizá en la madrugada. Como la expectativa era tan grande, la presencia del esposo a esa hora de la noche, y la algarabía del momento, ¡¡hizo que todos los que estaban dormidos se despertaran por el clamor que decía !!Aquí viene el esposo; salid a recibirle!”.  La presencia del esposo hace que ahora toda sea una fiesta de emoción. El momento ha llegado. 

Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.

Ahora tenemos que las diez vírgenes que se habían quedado dormidas se despiertan y se levantan. El momento había llegado. La hora de unirse a toda la comitiva estaba allí. Aquí hay un  asunto que debe ser dicho. Al principio se juzgan a las cinco vírgenes muy a la ligera. Las cosas que podemos decir de ellas es que eran vírgenes que también habían decidido esperar al esposo.

Sabían de la importancia de las lámparas y por eso se levantaron a arreglarlas. 

¿En qué consistió su insensatez? 

 “Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan” v. 8

El griego le pone un sentido más ilustrativo para entender lo que realmente estaba pasando en ese momento: “Nuestras lámparas se están yendo”; literalmente “se están apagando, extinguiendo”. ¿Qué podemos ver este texto? Es el hecho de que hay tantos creyentes, que, aún siendo parte de la iglesia, han perdido tanto su vida espiritual, porque su luz se ha venido extinguiendo.

 Las tinieblas se combaten con la luz, pero para eso se requiere de tener abundante aceite. Estas vírgenes simplemente dicen: Dadnos de vuestro aceite…”. Esto plantea el hecho que ellas tuvieron aceite, pero no suficiente. Se confiaron con lo que tuvieron al principio, pero no calcularon que el esposo durara tanto para llegar. 

 “Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas” v. 9

¿Qué sucedió ante el pedido de las cinco vírgenes? 

Que las otras cinco se negaron. Y no debemos ver que ellas tuvieron una actitud egoísta. Pero la verdad es otra. Ellas estaban en lo correcto. No sabían cuán lejos era el recorrido que haría el esposo para llegar a la casa de su novia y las cinco vírgenes se quieren asegurar que el aceite adicional que han traído les durara para todo el camino. Compartirlo en ese momento resultaría en una situación comprometida, porque podían haber quedado fuera las diez vírgenes.

 El comentarista Trench rápidamente interpreta la intención del texto: “Nos dice que cada hombre debe vivir por su propia fe.” La gracia de Dios no es transferible de un ser humano a otro. Cada uno debe tener su propia provisión. En este asunto de la espera del esposo hay que hacer toda la previsión requerida. La insensatez es que, ante el retorno de Cristo, el esposo que vendrá por su iglesia no encuentre ni el más mínimo de espera y preparación. 

“Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta” v. 10. 

Lo que se hace a  última hora en relación con las cosas espirituales es simplemente imprudente. El tema de la preparación no es un asunto de algo previo antes que venga el esposo. Observemos este texto. Las cinco vírgenes ante la negativa de no tener aceite por parte de sus demás compañeras, optan por ir a comprar.  Pero ¿qué sucedió? Pues que cuando salieron a esa noche a buscar aceite, llegó el que tanto estaban esperando. ¡Qué decepción tan grande! 

Las que se prepararon entraron con el esposo a las bodas. El aceite de sus lámparas les alcanzó hasta ese momento, por lo tanto tuvieron el privilegio del acompañamiento, pero sobre todo el entrar a la fiesta de boda.  La lámpara encendida permitió llegar y entrar oportunamente. El gozo para esas cinco vírgenes tuvo que ser total. Compartir con la prometida, y su amado, eso era la meta final. Esto es lo que le espera al que de igual manera se prepara para ese momento. 

Pero, ahora veamos el otro cuadro:

“Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: !!Señor, señor, ábrenos!” v. 11

Las otras vírgenes consiguieron aceite para sus lámparas, seguramente corrieron muy pronto, pero ya era demasiado tarde. La puerta se había cerrado y con ello cerraron la bendición de ser parte del momento del regocijo.  Ahora, adentro había luz, felicidad, alegría; pero afuera, las desoladoras tinieblas. Las vírgenes clamaban desesperadas: ¡Señor, Señor, ábrenos! 

Pero era demasiado tarde. El esposo no reconoció sus voces no sabía quien llamaba y a esa hora de la noche no se atrevió a abrir la puerta a extraños que podían ser “indeseables”. 

“ Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco” v. 12

Este es el texto más duro y difícil de este pasaje. En otra parte Jesús dijo: “En aquel tiempo muchos me dirán: Señor, Señor… pero os diré nunca os conocí, apartaos de mí, hacedores de maldad”.  

¿Qué lección sacamos de esta parábola? 

Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir v. 12 
“Nos enseña que debemos estar preparados en cualquier momento para el inminente retorno de nuestro Señor, listos para encontrarle cuando venga. Para hacerlo debemos tener nuestra experiencia cristiana al día… Todo hombre necesita la gracia que Dios le ha provisto si desea hacer toda la voluntad de Dios y estar listo para el regreso de nuestro Señor” Ralph Earle, A. Elwood Sanner, y Charles L. Childers, Comentario Bíblico Beacon: Mateo hasta Lucas (Tomo 6) (Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones, 2010), 231