Parabola de los constructores sabios e insensatos

(Lucas 6:47–49)
Jesucristo fue el Maestro de maestros cuando usaba a menudo dichos populares que la gente común conocía muy bien y que eran fáciles de aplicar. La presente parábola cumple con ese propósito. Esta parábola solo es narrada por Mateo y Lucas. Ambos le dan una visión de acuerdo con los lectores de su época. Las diferencias no son muchas.
En el caso de Lucas, por cuanto escribe para los gentiles, adoptó aquellas cosas que para sus lectores le resultaría más relevante. Sin embargo, para el caso de Mateo el contenido de esta parábola es vista en las prácticas de construcción de la palestina del primer siglo. Varios padres de la iglesia encontraron en esta parábola algunas aplicaciones tempranas, sobre todo al hacer la comparación en un fundamento sólido como la roca o en uno movedizo como la arena.
Para algunos, la roca era el símbolo de las virtudes que dirigen al hombre justo en lo que respectaba su alma y su casa. Eran aquellos que no cedían a ninguna prueba de la vida, tales como: las calumnias o las tentaciones de la vida. Esas pruebas estarían simbolizadas por las lluvias, los torrentes ríos o los vientos. El énfasis será permanecer en una vida sólida como resultado de poner en práctica la palabra de Dios.
Leamos la parábola según el relato de Lucas 6:46-49.
El contexto de esta parábola tiene que ver con el versículo 46. La pregunta que Jesús hace pone en evidencia la más completa vigilancia que debemos hacer para saber si somos salvos o no.
Llamar a Jesús “Señor” y no hacer lo que él nos demanda es estar en la más horrenda inseguridad de nuestro destino eterno. Después de esa pregunta es que se viene el uso de la presente parábola.
“Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante” (v.
47).
Las palabras “Os mostraré a quien es semejante”, indican que Jesús quiere que todos escuchen cuidadosamente, porque sin su explicación el sentido no sería claro. Lo primero que notamos en el versículo es que hay tres asuntos que deben ser de extremo interés para los que nos llamamos seguidores del Señor. Está el acto de venir a Cristo. Esa es la primera condición que abarca el orden de la salvación.
Venir a Cristo, no a una religión, credos o filosofías humanas. Es venir a una relación para ser su discípulo, para estar con él y para caminar con él. Luego está el orden de la palabra en mi vida; eso es, oírla y hacerla. Jesús estaba consciente que no basta venir a él, sino hay las presentes condiciones. Previo a esto Jesús habló de los frutos que es una distinción de todo seguir de Cristo. Utilizando la metáfora del árbol que da fruto, habló de los buenos y de los malos. Un árbol malo dará frutos malos, mientras que uno bueno, siempre dará frutos buenos.
De esta manera, y al aplicar estas palabras de Jesús, él espera que nosotros seamos “arboles” que desde el momento mismo que nos convertimos al Señor podamos dar frutos buenos. Si nuestros frutos son buenos es porque pasamos de ser oidores de la palabra a hacedores de la palabra. ¿Cuál es la comparación a la que Jesús llega en torno al asunto oír y aplicar la palabra?
“Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca” (v. 48)
Volviendo a la visión de Lucas y Mateo tenemos lo siguiente.
Por un lado, el constructor prudente de Mateo se asegura de que su casa esté edificada sobre una firme base de roca
“…que edificó su casa sobre la roca”
…mientras que el hombre de Lucas se pone a cavar en la capa superior del suelo hasta llegar al lecho de roca, sobre el que pone los cimientos de la casa.
“… cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca”
El punto es que al final, ambos llegan a lo mismo, porque el propósito es darle a la casa un cimiento firme. De esta manera, quién oiga las palabras de Jesús y las ponga en práctica llegará a ser un constructor sabio.
¿Qué es lo que estamos diciendo con Cavar, ahondar y edificar el fundamento de la casa sobre la roca?
Lo primero que vemos acá es que este constructor es un hombre previsor, prudente. Él sabe que el tiempo bueno, donde no hay la amenaza de nubarrones y lluvias, no va a ser permanente.Por lo tanto, se dedica a cavar y ahondar más y más hasta que al fin toca un fondo rocoso. Y es al llegar allí donde va a construir un fundamento y edificar su casa.
En la aplicación que Jesús hará de la parábola, nos muestra que el sentido figurado de lo que hace el primer constructor. Este hombre representa a todo aquel que viene al Salvador, oye sus palabras y las toma muy en serio. Este hombre simplemente llega a poner en práctica todo lo que Jesús ordena, porque en él ha puesto toda su confianza en él. La edificación que este hombre hace es un verdadero fundamento, aquel que está sobre la Roca que es Cristo.
¿Cuál es el resultado de cavar y edificar la casa sobre la roca?
Que, como todo en esta vida, esa casa no escapará al ataque y a la furia de la naturaleza. Observe la manera cómo Jesús describe las condiciones a la que es sometida la casa que está sobre la roca. Él da por sentado que vendrán inundaciones, y que, por ser tan fuertes, acarearán un gran impacto. La furia de un impetuoso río que es el resultado de la abundante lluvia que vino sobre esta casa; seguramente fue fuertemente golpeada, pero su fundamento fue tan fuerte que se mantuvo en pie mientras fue probada.
“Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa” (v. 49).
El segundo constructor de esta parábola es todo lo contrario al anterior. Este edificó sin un fundamento, sobre grava suelta, sobre la arena. Entre las cosas que hace está el hecho de construir su casa sobre un fundamento de cualquier clase. Esta es la persona que piensa que los días asoleados y brillantes nunca se acabarán. La construcción que hace este hombre de su casa revela la condición de un hombre insensato, no prudente. Se aplica al estado espiritual de aquellos que no les importa como edifican sus vidas. Que viven todo el tiempo de lo temporal, sin pensar en lo eterno.
Es el hombre que sigue las insinuaciones de su propia voluntad pecaminosa. Escucha las palabras de Cristo, por cierto, pero no pone en él su confianza. Por lo tanto, no obedece en forma alguna el mandato del Señor.Lo que es evidente de esta parábola es la diferencia y las consecuencias de ambas construcciones. La diferencia entre las dos casas se advierte cuando llegan las lluvias. Cuando esto ocurre ambas se ven expuestas a la lluvia, el viento, la tormenta y la inundación; pero la única que no sufre daños es la que tiene buenos cimientos.
¿Qué es lo que el Señor finalmente nos quiso decir con esto?
El propósito de Jesús al contar esta parábola a sus oyentes fue para que tomaran una elección: oír y no hacer caso, u oír y poner en práctica. Como él ha estado hablando de el conocido Sermón del Monte, Jesús ha dejado sus enseñanzas sobre cómo ser discípulos y vivir en el reino de Dios.
Su énfasis es que no sean “oidores olvidadizos, sino hacedores de la palabra”. El mensaje es para que lo apliquen. Para los que la oyen y la aplican, son prudentes; pero los que no la hacen, son insensatos. Oír la Palabra de Dios sin obedecer, sin aplicarla, no basta. Queda claro acá, de acuerdo con lo que Jesús nos ha presentado, que quien no rija su vida por lo que Él enseñó será como un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena. Necesitamos, pues, imitar al hombre prudente. Necesitamos saber cuál es el fundamento de nuestra edificación. Cuando nuestra fe es puesta sobre la Roca que es Cristo, ese fundamento es tan sólido que no nos dejará caer cuando seamos visitados por las tentaciones y pruebas de las “lluvias impetuosas”.
Considerando este breve párrafo como una unidad, notamos las siguientes lecciones:
1. Cada persona es un constructor, porque vivir significa construir. Según esta parábola, se considera especialmente a todo oyente del evangelio un constructor.
2. Hay solamente dos clases de constructores, no tres ni más. Hay constructores previsores o sabios y constructores insensatos.
3. El constructor sabio o sensato edifica su casa—esto es, su vida—sobre Cristo, la Roca sólida. Trata seria y sinceramente en oración de regular su vida en armonía con las palabras de Jesús, según se revelan en las Escrituras. El constructor insensato sigue su propio camino.
4. La hora de la crisis es inevitable. Nadie puede eludirla. El resultado es irrevocable. El constructor sabio verá que su casa ni siquiera se mueve al ser azotada por el impetuoso torrente. La casa del constructor insensato se derrumba inmediatamente.
Aplicación: Edificad sabiamente.
William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio Según San Lucas (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2002), 360.