Por qué decimos que Jesucristo es Dios si el es hijo de Dios
La presente pregunta la hacemos, además de tener un carácter profundamente doctrinal y que a su vez define nuestra fe, porque en la Biblia no tenemos una declaración concluyente donde veamos a Jesús decir: “Yo soy Dios.”
Por supuesto que esto ha sido tomado por los enemigos del evangelio para rechazar nuestra postura doctrinal donde afirmamos que Dios y Jesús son una misma persona.
Una comprensión de este tema es importante para vivir, enseñar y defender nuestra fe frente a tantos movimientos que tienen la intención de confundir y hasta apartarnos de lo que le da sustentación a lo que hoy llamamos “artículos de fe” que definen nuestras creencias. De esta manera comenzaremos diciendo, que si bien es cierto que Jesús no dijo categóricamente “yo soy Dios”, eso no significa que él no lo haya dicho de otra forma. Y de eso está lleno el Nuevo Testamento.
¿Qué otras cosas dijeron Jesús que lo convierten en uno igual a Dios?
Tome en cuenta a Juan 10:30. El contexto de este pasaje nos habla del rechazo de los judíos hacia Jesús puesto en evidencia en las preguntas acerca de si él era el Mesías. Y este es el pasaje donde los judíos hablan claramente de que la razón por la que le odian y hasta tomaron piedras para apedrearle, es porque ellos lo consideran un blasfemo, pues, según ellos, Cristo, siendo hombre, se hacía igual a Dios (vv. 31, 33).
¿Qué es lo que hace interesante todo esto?
Los judíos estaban conscientes de lo que Jesús estaba diciendo en la afirmación “Yo y el Padre uno somos”. Y si bien es cierto que no aparece él diciendo que era igual a Dios, los judíos entendieron la declaración de Jesús al afirmar ser Dios. Jesús pudo corregirlos afirmando lo contrario, que, en efecto, él no era Dios. Pero en lugar de eso afirma su deidad y eternidad al lado de su Padre (Jn. 8:58). Cuando Jesús dijo esto también tomaron piedras para apedrearles.
¿Por qué los judíos querrían apedrear a Jesús, si él no diera una afirmación concluyente que él era igual a Dios? Veamos que nos sigue diciendo Juan. Vayamos al comienzo de su libro de teología, donde cada capítulo es una demostración de su Deidad a través de los “Yo soy”. Veamos Juan 1:1, 14. Cuando comparamos este texto con Hechos 20:28 nos encontramos que Pablo nos dice que Jesucristo ganó a su iglesia a precio de su sangre. Entonces ¿quién compró a la iglesia? Jesucristo.
¿Cuál fue el precio que pagó? Su sangre. Juan 1:14 nos dice que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Por lo tanto, la sangre derramada se dio porque él primero se encarnó, lo cual confirma que Jesús es Dios.
¿Quiénes lo declararon Dios anticipadamente?
Observe lo que dijo de él Isaías antes que naciera (Is. 9:6). Esta escritura confirma 5 títulos para un mismo niño, Aquel que se encarnó de acuerdo con Juan 1:14.
La primera cosa que observamos acá es que cada descripción que se hace del venidero “niño” que nacería, comienza con mayúscula, lo cual confirma la naturaleza divina que le fue asignada. Entre todos estos títulos divinos, los que dicen: “Dios fuerte” y “Padre eterno” confirman que Jesucristo es Dios al mismo tiempo. Uno de sus incrédulos discípulos había dicho que si no viera las señales visibles de la muerte de Jesús para comprar que había resucitado, no creería. Bueno, al final lo vio y miró y esto fue lo que dijo: “Señor mío, y Dios mío” (Jn. 20:28).
Observe que cuando Tomás hizo esta declaración de la Deidad de Jesús, él no lo corrigió. Pablo, hablando del seguro retorno de Jesús, lo declara Dios, además de ser su salvador (Tito 2:13). Por otro lado, tenemos a Pedro, el discípulo cercano a Cristo, y quien tuvo tantas evidencias de saber que él era Dios mismo, dijo al principio de sus cartas: Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra… (2 Pe. 1:1).
Otro testimonio lo tenemos nos hablan de lo mismo. Observe lo que escribió el autor de los Hebreos: “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino.” (He. 1:8). ¿Quién es el que está sentado en el trono? Y finalmente tenemos una interesante Escritura que nos habla sobre la adoración a los ángeles y la adoración a Jesús. En su libro final (Apocalipsis), un ángel le dice a Juan que solo debe adorar a Dios (Apc. 19:10). Sin embargo, en algunas Escrituras vemos a Jesús recibiendo adoración y él no la rechaza (Mat. 2:11; 14:33; 28:9,17; Lc. 24:52; Jn. 9:38).
¿Qué es lo que llama la atención de estos pasajes?
Que Jesús nunca rechazó que se le adorare. Por lo tanto, si él no es Dios hubiera dicho lo mismo que dijo el ángel a Juan
Conclusión: De acuerdo con la Biblia y su final propósito, es que, si Jesús no fuera Dios, qué sentido tuvo su muerte como medio para perdonar nuestros pecados (1 Jn. 2:2). Lo cual entonces confirma que por cuanto él es Dios, nadie sino él para pagar por todos nuestros pecados (2 Cor. 5:21). Su resurrección y ascensión confirma la profecía que él se sentaría en el trono para siempre.