Qué significa que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios

Base Bíblica: Génesis 1:26-27

 Como una nota resaltante de la creación, Dios hizo al hombre después que hubo acabado todo en los seis días. Así, pues, después que Dios vio todo lo que hizo, que era bueno, procedió hacer el hombre y así completar su obra, dijo que era “bueno, en gran manera”. 

De esta manera, en el  último día de la creación, Dios dijo, “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Génesis1:26). Esta fue su obra maestra con un toque  personal. 

¿Cómo fue hecho el hombre?

Lo primero que nos dice el texto es que Dios formó al hombre del polvo y le dio vida de Su mismo aliento (Génesis 2:7). La idea del texto es mostrarnos a Dios como si fuera un alfarero que se dedicó hacer una obra escultural. 

 Dos cosas deben ser resaltadas acá. Por un lado, Dios usó materia de lo ya creado para hacer al hombre. Antes de eso, lo que fue apareciendo simplemente vino por la declaración: “Y dijo Dios”. No hubo nada antes de eso.  Todo vino por indicación de la palabra. Pero cuando hizo su obra maestra (el hombre), nos dice el texto que tomó polvo de la tierra. 

Curiosamente después se ha descubierto que el hombre pose en su cuerpo: calcio, fósforo, potasio, cloro, azufre, magnesio, manganeso, hierro, sodio yodo, flúor, zinc, cobalto y selenio. Y cada uno de estos minerales son imprenscindibles para el mejor funcionamiento del cuerpo.  

El otro aspecto es que Dios sopló en su nariz aliento de vida…”.  

¿Qué significa esto? 

Hay que destacar primero la obra que hizo Dios del polvo. ¿Puede imaginarse cómo fue el hombre hecho por las manos del Alfarero divino? ¿Podremos pensar en la forma como fue hecho antes de tener vida? La próxima acción de Dios fue darle el soplo de vida a una figura hecha del polvo. Note que Dios no lo hizo por la boca o el oído, sino por la nariz. 

¿En qué consistió ese “aliento de vida?”. Es lo que ahora se conoce como el alma y el espíritu que hay en nosotros. Una ilustración de esta la tenemos cuando Cristo sopló a los discípulos su Espíritu Santo (Jn. 20:22).

Bueno, desde entonces el aliento de vida que hay en el hombre se debe a su respirar. Si deja de respirar se muere. Vuelve al polvo de donde fue tomado. Por supuesto que el aliento de vida que recibió el hombre no fue meramente del aire que ya existía, sino del aliento divino para que él llegara a ser un ser totalmente distinto. Entonces, ¿qué significa tener la  “imagen” o “semejanza” de Dios?  Pues, que fuimos hechos para parecernos a Dios. Por supuesto que, en el caso de Adán, él no se parecía a Dios en el sentido de que Dios tuviera carne y sangre. 

Ya todos sabemos que “Dios es espíritu” (Juan 4:24) y por tanto Él existe sin un cuerpo material. Pero lo que debe destacarse acá es que, sin bien es cierto que no es una comparación material, el cuerpo de Adán reflejó la vida de Dios. El hombre fue creado en un estado de perfección respecto a su salud y que no estuvo sujeto a morir. De hecho, si el hombre no hubiera pecado, existiera hasta el día de hoy.La imagen de Dios es esa parte inmaterial que hay en cada ser humano. Esto coloca al hombre aparte del mundo animal, adecuándolo para el “dominio” que Dios le designó (Génesis 1:28), y capacitándolo para tener comunión con su Creador. 

En un sentido más amplio, la semejanza del hombre con Dios hay que verla en tres aspectos centrales que lo hacer ser distinto a todo lo que creado y lo pone en concordancia con la naturaleza de Dios. De esta manera estamos diciendo que esta semejanza es en lo mental   moral y social. En cuando a lo mental, el hombre posee una razón que le permite tener voluntad propia. Esto lo hace un ser con libertar de escogencia en lugar de responder como un robot. En este componente aparece la capacidad de elegir a través de su inteligencia. Cuando el hombre desarrolla su inteligencia para inventar o crear cosas, allí se pone en evidencia que fue hecho a imagen de Dios. 

En el aspecto moral, el hombre fue creado en un estado de justicia e inocencia, lo cual fue la mejor expresión para entender el atributo de la santidad de Dios. Una de las cosas que da testimonio a nuestra vida con relación a esto es la conciencia que todos tenemos. La conciencia se ha denominado la “brújula moral”.  Observe los actos buenos o malos que haga el hombre y allí estará viendo esa parte de la imagen y semejanza de Dios con la que fue creado. 

Cuando actúa bien, su conciencia aprobará sus actos, pero cuando actúa mal, su conciencia juzgará sus actos. Al final todo esto será como un filtro por el cual descubrimos de qué estamos creados y por qué respondemos a una mente divina y mayor. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Y, en el aspecto social, el hombre fue creado para tener compañerismo. Un ejemplo de eso lo podemos ver en la Trinidad de Dios y Su gran amor para con nosotros.

 ¿Qué pasó en el Edén? 

Pues que fue allí donde Adán comenzó a desarrollar sus sentimientos de asociación  a través del compañerismo Dios (Génesis 3:8), pero también con su esposa (Génesis 2:18). El hombre es un ser creado para tener compañerismo.  Vea todas las formas como constantemente nos relacionamos con otros y disfrutamos de esa necesidad que todos tenemos.   Una de las cosas donde vemos esa imagen y semejanza fue en la capacidad de tomar decisiones de una manera libre.  Esto, lamentablemente, el hombre la usó para arruinar su propio destino. Por poseer esa capacidad de elección Adán y Eva tomaron una mala elección, dejando que el pecado dañara esa imagen y semejanza, pasando este daño  toda sus descendencia  (Romanos 5:12). 

Y si bien es cierto que esa imagen y semejanza está en nosotros, también es cierto que ahora todos llevamos las cicatrices de aquella mala elección, pues el pecado pasó a reinar en todos los hombres. Esta mala decisión afectó al hombre, mental, moral y socialmente.

Entonces, ¿podrá el hombre recuperar otra vez la imagen y semejanza de Dios como la tuvo al principio de la creación? Esa es la buena noticia. El hombre cuando conoce a Cristo como su salvador comienza el largo camino de recuperar lo que perdió en su estado original. 

Cristo vino para que esto sucediera. En las tres etapas de la salvación, eso es: la regeneración, santificación y glorificación, todavía estamos en la segunda. Será en la glorificación cuando esto finalmente suceda. El hombre volverá a ser como Adán en el paraíso. Su naturaleza será glorificada para vivir en el nuevo paraíso de Dios. (Ef. 4:24; 2:8-9). Por medio de Cristo, somos hechos nuevas creaciones a la semejanza de Dios (2 Corintios 5:17).