La senda de los justos es como la luz de la aurora
(Proveerbios 4:18)
La entelequia del proverbio que traemos para hoy nos invita a escuchar, como si se tratara de una nota musical que va increchendo, un paralelismo sin parangón en estas escrituras sapiensales. Quienes hayan visto la aurora boreal, los crepúsculos del atardecer, o sencillamente, la aurora matutina, podrán entender por qué el sabio usó este símil, aplicándolo al camino de los hombres que han hecho de la justicia una norma para su vida. La luz de la aurora es la que despunta en cada alborada matutina, y con la fuerza que trae su propia naturaleza, va despejando las tinieblas que encuentra a su paso hasta dar a conocer al señorío del sol en todo su esplendor. La lectura completa del proverbio dice: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4:18). De modo, pues, que las “sendas de los justos” no está signada por el fracaso. No se le profetiza el desastre mientras transita por los duros caminos de la vida. Esto es así porque los pasos de los justos son pasos de vencedores. Su vida, como la “luz de la aurora”, va en aumento en todo lo que hace y emprende, y aun los obstáculos son oportunidades de triunfo. Contrario a esto, la sentencia para las sendas de los malos es que perecerán, porque como dice también el proverbio que le sigue a este, “el camino de los impíos es como la oscuridad; no saben en que tropiezan” (Proverbios 4:19) Y es que hay un abismo de diferencia entre el camino del justo y la senda de los malos.
El libro de los proverbios está saturado de epítetos con los que describe la actuación de los justos y con los que descalifica el proceder de los impíos. Cuando se refiere a lo que ambos poseen, se dice que hay bendiciones sobre la cabeza del justo; pero que la violencia cubrirá la boca del impío. En lo que respecta a los resultados de ambos, se dice que la obra del justo es para vida; mientras que el fruto del impío es para pecado. Se nos dice que los labios del justo apacientan a muchos; pero que en el caso de los necios mueren por falta de entendimiento. Sobre la durabilidad del uno y del otro, se nos dice que así como pasa el torbellino, el malo perecerá; pero que el justo permanece para siempre. Sobre lo que piensa el uno y el otro, se dice que los pensamientos del justo son rectitud; pero que los del impío están revestidos de engaño. Sobre el destino final de ambos, se dice que Dios trastornará a los impíos, y no serán más; pero que la casa de los justos permanecerá firme. Sobre su actuación cotidiana, el impío es enredado en la trasgresión de sus labios; pero que el justo saldrá de la tribulación. Y por último, se nos dice que ninguna adversidad acontecerá al justo; pero que los impíos serán colmados de males (Proverbios 10, 11, 12)
La metáfora de la luz en este proverbio sugiere cualidades dignas de considerar. Por un lado, la luz está asociada con la esperanza. Si tuviéramos que aplicar esto para el justo y el impío, afirmaríamos que la senda del justo está llena de esperanza, mientras que la del impío es un camino incierto. Una oscuridad perpetua es lo que se divisa en su horizonte. Por otra parte, la luz simboliza el aprendizaje. Cuando la vida es gobernada por la luz de la verdad la oscuridad de la ignorancia se desvanece. Eso es lo que nos asegura la lectura y aplicación de la palabra de Dios en la vida: «La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.» (Salmo 119:130). Además, la luz simboliza la pureza. La palabra pureza tiene una connotación de limpieza, integridad, moralidad, bondad… pero su aserción más importante es la que refiere a la santidad, en el contexto espiritual. Se espera que el hombre justo viva una vida santa, apartada de todo mal. Esa es la mejor manera como él expresará su justicia. El patriarca Job dijo: “Hasta que muera, no quitaré de mí mi integridad” (Job 27:5) El mundo nos plantea siempre dos sendas a seguir. La una es ancha y espaciosa, donde siempre se dan cita los placeres, los goces, las famas y los reconocimientos más buscados. Por este camino transitan muchos. El otro es estrecho. Por lo general lo caracteriza la estrechez, el sacrificio, la entrega y la devoción. No suele ser muy atractivo, y es el que escoge el hombre justo. Este es el camino que le presenta Jesús a todos los hombres. Quienes por ellos andan serán como la luz de la aurora, van en aumento. Deja que la aurora de Cristo nazca en tu corazón para que vivas en la senda de los justos.