¿Quién es más popular en navidad, Santa o Jesús?
La llegada del mes de diciembre está acompañada del encendido de las luces. Para este tiempo, las noches en gran parte del mundo suelen ser más brillantes y alegres que en ninguna otra época del año. En algunos vecindarios, y hablando específicamente del nuestro, se premia, en una sana competencia, a la casa mejor decorada que contenga el elemento creativo en sus diferentes matices, formas y estilos. Todo esto indica que ha llegado el tiempo de la Navidad. Aunado a las luces van apareciendo toda clase de adornos, propios de la ocasión. La presencia del arbolito de Navidad, o el pesebre para algunos otros, le da un toque de alegría a los hogares que todavía conservan una tradición cristiana. Las canciones e himnos son precisos e inconfundibles. Las tiendas y negocios se abarrotan con ropa nueva, así como con las comidas y exquisiteces para brindar al consumidor todo lo que necesita en la llamada “mejor época del año”. Pero aparte de esto, el personaje que ocupa la atención durante este tiempo no es precisamente Jesús, por quien vino la Natividad, sino Santa Claus, el representante de esta sociedad de consumo, y quien ha logrado sutilmente desplazar el auténtico mensaje que debiéramos oír en este tiempo. Y para poner una distanciada comparación entre Jesús y Santa, alguien escribió lo siguiente.
Santa vive en el Polo Norte, Jesús está en todas partes. Santa se pasea en trineo; Jesús camina entre nosotros y camina sobre las aguas. Santa viene una vez al año; Jesús siempre está a tu lado para ayudarte. Santa llena tus calcetines con regalitos; Jesús suple todas tus necesidades. Santa baja por tu chimenea; Jesús toca a tu puerta aunque no tengas chimenea, después entra en tu corazón cuando tú lo invitas. Para tomarte una foto con Santa tienes que hacer fila; Jesús está siempre a tu lado cada vez que mencionas su nombre. Santa te deja sentarte en sus regazos; Jesús te ofrece su hombro y sus brazos para consolarte. Santa tiene que preguntarte: “¿cómo te llamas?”; Jesús sabe tu nombre desde antes que nacieras, conoce tu pasado y tu futuro. Santa tiene una barriga llena de algodón; Jesús es delgado, pero tiene su corazón lleno de amor. Santa se ríe “jo, jo, jo”; Jesús sabe que a veces las risas no son lo que necesitas, sino ayuda y esperanza. Los ayudantes de Santa hacen juguetes; Jesús hace nuevas vidas, repara corazones y arregla hogares destrozados. Santa te hace reír; Jesús te puede hacer volver a vivir. Si te portas bien, Santa puede dejar un regalo en el árbol; Jesús, sin importar lo que haces, hizo el regalo de su vida, la que ofrendó por ti.
La presencia de San Nicolás o Papa Noel, que son los otros nombres que se le dan a Santa, es el instrumento que usa el comercio para hacer las compras de la Navidad. Es el nuevo “rostro” de nuestras más lucidoras acciones navideñas, muchas de ellas vistas en: regalos de compromisos, “amigos secretos”, posadas que terminan en parrandas, estrenos de vestuarios para la época, mesas exquisitamente presentadas para los visitantes; y en no pocos casos, el derroche de placeres, la gran mayoría de ellos acompañados de bebidas alcohólicas, que convierten la “noche buena” en noche de tragedia y luto familiar. Al levantar esta queja, más que una crítica, lo hacemos en atención a que la Navidad no debiera ser un evento social donde solo se deje ver el derroche y no su verdadero espíritu.
La Navidad es una ocasión para abrir el corazón además de abrir nuestras puertas. Es la ocasión para agasajar al cumpleañero de la época: nuestro Señor Jesucristo. Es el tiempo para unirnos a los ángeles en su canto, quienes al momento del nacimiento de Jesús cantaron: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” Porque la esencia de la Navidad es la de traer la paz entre los hombres. ¿Por qué, entonces, no abrir un espacio en esta Navidad para honrar a Jesús, la razón de este tiempo, en lugar de Santa? ¿Cómo hacerlo? Se dice que cuando Jesús nació no hubo lugar para él en el mesón; por eso nació en un pesebre y después murió en una cruz. Así, pues, Jesús, “para morir nació”, y ahora busca un espacio en tu corazón para nacer.