¿Quieres?

Se le debe al muy distinguido escritor Juan Pablo Tamayo las siguientes preguntas reflexivas. Una exposición práctica de cada una de ellas nos ayudará a aprender de los vaivenes cotidianos, muchos de ellos necesarios para encarar los desafíos a una vida mejor.

¿Quieres cerrar tu libro de quejas y abrir el volumen de alabanzas?  La tendencia humana es a quejarnos por todas las circunstancias que nos toca vivir. Un sol muy fuerte, una lluvia constante o un frío pertinaz pudieran ser  motivos que cambian nuestras palabras y el estado de ánimo. Pero una palabra de alabanza, donde dejemos salir la gratitud y el reconocimiento al Dios que lo ha dado todo, nos hará optimistas frente a  lo inesperado.

 ¿Quieres creer que los otros son tan sinceros como tú y tratarlos con respeto? Se ha dicho que ninguno debería tener más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense con discreción, considerando a los demás como superiores a nosotros mismos. Sabemos que en una sociedad tan competitiva, este concepto es un idealismo. Sin embargo, cuando vemos más las virtudes en nuestros prójimos aprenderemos a aceptarlos como son.

¿Quieres pasar por alto lo que la vida te debe y pensar lo que tú le debes a la vida? Muy pocas veces nos detenemos a ver el libro de “cuentas de nuestra vida”, pues pensamos que no hay un déficit en contra de nuestras actuaciones. Pero cuado vemos que le debemos a la vida la existencia misma, el aire que respiramos, la familia a la que pertenecemos, las habilidades con las que nacemos, o el sustento de donde viene la provisión, tenemos que admitir que tenemos una gran “deuda externa” de gratitud,  imposible de cancelar.

¿Quieres dejar de buscar la amistad y empezar a mostrarte amistoso? El proverbio bíblico nos advierte: “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano” (Proverbios 18:24) Cuando dejamos de pensar que son los demás quienes deben acercarse a nosotros y asumimos con gallardía el reto de la cercanía, podemos descubrir todo lo que otros tienen y lo  mucho que podríamos dar.

¿Contentarte con lo que tienes y dejar de llorar por lo que no tienes? La simplicidad ha sido suplantada por la suntuosidad. El corazón humano nunca pareciera estar satisfecho. La competencia por querer tener lo que otros tienen va desplazando la vida modesta, y creando un estado de ansiedad por las deudas que generan los lujos. Cuando comiences a ver las cosas que tienes podrás descubrir que  mucho de lo que anhelas no es tan necesario.

¿Olvidarte de lo que tú has logrado y meditar en lo que otros han hecho por ti? La humildad pareciera ser una virtud rara en nuestros tiempos. Los hombres que no padecen del mal de la presunción, son aquellos que han logrado bajar al orgullo del corazón. La mirada a mis diplomas, placas o trofeos debieran recordarme que detrás de ellos estuvo alguien que se sacrificó por mí, de alguien que también pagó el precio de mi propio éxito.

¿Quieres dejar de buscar a alguien que te ayude y dedicarte a ayudar a otros? Se ha dicho que el verdadero sentido de la vida consiste en gastar la vida bendiciendo a otros. La persona que solo espera recibir, nunca ha escuchado lo que Jesús dijo, que “mas bienaventurado es dar que recibir”. La práctica del altruismo nos hace libre del egoísmo.

¿Quieres aceptar a Jesucristo como tu Salvador y dejar que tu vida sea una fuente de su gozo, amor y paz? Blas Pascal, el célebre físico y filósofo francés, señaló la necesidad que tiene el hombre de conocer y tener a Jesucristo, diciendo, “En el corazón de todo hombre existe un vacío con la figura de Dios, que no puede ser llenado con ninguna cosa creada sino por Dios mismo, el Creador, revelado en Jesucristo”. Cuando le recibimos, la vida queda llena, se pone fin a toda búsqueda de la verdad y se refleja la verdadera  paz.