La Debilidad que me hace Fuerte
(2 Corintios 12:1-10)
Mi hermano ¿qué tan fuerte se siente usted? ¿Sabe cuáles son sus debilidades? La tendencia humana es ocultar las áreas en nuestras vidas de donde más flaqueamos para no causar una mala impresión o que nos tengan lástima.
Físicamente, el cuerpo tiene unas áreas muy débiles, y ellas son las más vulnerables ante una repentina enfermedad, por lo menos esa fue la experiencia de Pablo.
Este hombre, el más grande después de Cristo, habla de gloriarse en sus debilidades en lugar de sus logros como un siervo del Señor. Al parecer, las debilidades de Pablo fueron de orden físicas, debidas al llamado “aguijón de la carne”.
Todo creyente debería leer un capítulo como este para identificarse también con sus propias debilidades, porque serán ellas, más que sus fortalezas, las encargadas de sus victorias. Y esta es la consigna de la Biblia. Dios no está interesado en mi fortaleza, sino en mi debilidad, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros (2 Corintios 4:7).
Cuando vemos a Dios escogiendo a lo débil del mundo para avergonzar a los sabios (1 Corintios 1:27), entonces entendemos a Pablo al habla de su debilidad, haciéndolo más fuerte. ¿Había pensado cómo su debilidad podía traer gloria al nombre de Dios? ¿Lucha usted con sus debilidades? Bueno, bienvenido al mundo de los menos fuertes.
Si así se siente, este mensaje le ayudará a saber cuál es el propósito de su debilidad, y cómo enfrentarla, hasta llegar a decir: “Cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Cómo entender que hay una fortaleza en mi debilidad. Por qué esta aparente paradoja de la que nos habla Pablo. Cuál es el fin de la debilidad en mi vida.
I. LA DEBILIDAD EVITA GLORIARME A MI MISMO
1.1. La gloria permitida v. 5. Pablo relata en su experiencia con el Señor una especie de “arrebatamiento” anticipado, sucedido unos catorce años atrás. Fue traspuesto al cielo, al mejor estilo de los profetas antiguos, sin estar seguro cómo sucedió todo. No recuerda si fue en el espíritu o en el cuerpo. De todas maneras, no debemos especular sobre los detalles de lo ocurrido, y eso no será lo más importante de esta experiencia personal.
Porque la intención de Pablo no fue exaltar lo que vio en sí, sino magnificar a Cristo, evitando tomarse el crédito de su experiencia. De ese hombre, él tiene derecho a gloriarse. ¿Por qué razón? Porque cuando vio el tercer cielo, el lugar donde está el paraíso, aquello fue una demostración del gran amor de Dios por él.
El Señor le permitió a Pablo un anticipo de la gloria que le esperaba. Amados, es una bendición saber cómo mis debilidades me ayudarán a descubrir la única gloria permitida: la “cruz de Cristo”, porque a través de ella lograré entender el “de tal manera amó Dios al mundo”. Si a través de mis debilidades glorifico a Cristo, bienvenida sea esa gloria. Es a través de mis debilidades como expreso esa gloria.
1. 2. La gloria no permitida v. 5b. En un mundo donde la adulación y la exaltación al ego prevalecen tanto con una fuerte lucha, esta declaración apostólica pareciera ser paradójica. Hay hombres, incluyendo a no pocos creyentes, con un deseo de ser exaltados y reconocidos, especialmente por sus éxitos y sus méritos.
Pero, cuánto necesitamos aprender de hombres como Pablo, y mayor aún de nuestro Señor Jesucristo, cuyas vidas fueron marcadas por el desprendimiento. “Gloriarse en las debilidades” nos pone en la “raya”, para no tener un más alto concepto de sí, sino a pensar con cordura (Romanos 12:3).
Preferir gloriarse en las debilidades nos mantiene conscientes de lo que somos; evita mi arrogancia y presunción, y me hace caminar en el único camino sugerido por Cristo: ser manso y humilde de corazón.
No nos está permitido gloriarnos a nosotros mismos. Tal gloria es pasajera. Pero el gloriarnos en nuestras debilidades nos hará hombres con una visión distinta a la de los demás. Las debilidades son los límites con los que Dios nos mantiene aptos para su servicio. Mis debilidades me humillan y me protegen de la vanidad.
II. LA DEBILIDAD ME PONE DE RODILLAS ANTE DIOS
2. 1. ¿Cuál era la debilidad de Pablo? v.7. Los hombres que caminan más cerca del Señor tarde o temprano serán visitados por algún aguijón de la carne, hasta ser insoportable para depender más del Señor. Un hombre tan nombrado como el predicador inglés Carlos Spurgeon, su biógrafo lo describió como con grandes enfermedades desde los 35 años.
Entre otras cosas, sufría de gota, de neuralgia y de reumatismo. Todas estas eran dolencias extremadamente dolorosas. Había ocasiones cuando sus diáconos lo llevaban cargado al púlpito para predicarles la palabra.
¿Qué pasó con Pablo? Obsérvele en un momento caminando en lugares celestiales, describiendo tan excelsa gloria, y de repente verlo en lugares muy terrenales, hablando de un dolor terrible. No se sabe cuál era el aguijón que sufría, pero lo describe como un “mensajero de Satanás”.
El aguijón de Pablo tenía la misión de humillarlo para ir de rodillas a Dios. Las debilidades tienen la misión de revelarnos la espina que punza la carne para depender más del Maestro. Pero el aguijón de Pablo era en la carne, no en el espíritu. Ya Job había vivido esa experiencia (Job 2:4).
2. Oración no contestada v. 8. Mis hermanos, orar será siempre una bendición, porque la demanda de la Biblia es hacerlo sin cesar. Sin embargo, con la experiencia de Pablo vemos oraciones sin ninguna respuesta. Esto parece extraño de Dios Padre, a quien el mismo Cristo pidió orar.
Pero esto no es raro, ya el mismo Hijo Cristo había hecho esta oración y el Padre también permaneció en silencio. Hay debilidades en nuestras vidas que nos conducen a estados de profundo quebrantamiento. Pablo le pidió tres veces al Señor por este aguijón.
Seguramente el Señor lo escuchó la primera, la segunda y la tercera vez. De una cosa estamos seguros, Pablo oró pidiéndole al Señor por la debilidad de aquella espina. Nos imaginamos su intenso ruego, parecido al de Job en el AT. ¿Le oyó el Señor su oración? ¡Claro, el Señor oyó a Pablo! Pero no hubo respuesta a su oración hecha tres veces.
¿Es por esto Dios insensible ante el dolor de sus hijos? ¡De ninguna manera! Dios también responde con una oración no respondida. El silencio de Dios frente a nuestro sufrimiento no significa desamparo, sino su trabajo para hacernos mejor.
III. LA DEBILIDAD NOS REVELA SU GRACIA
1. El Señor necesita mi debilidad v. 9. Paradójicamente el Señor necesita más de mi debilidad que de mi fortaleza. ¿Por qué razón? Porque nuestra fortaleza pudiera convertirse más bien en un rival de su gracia. Los autosuficientes simplemente le dicen a Dios: “no necesito de tu ayuda”.
Pero, qué distinto es pensar que mis propias flaquezas se constituyen en verdaderos siervos de él. Cuando esto hacemos, dependemos de sus recursos y manifestamos su gloria. A través de la historia se ha descubierto cómo la necesidad del hombre es la oportunidad de Dios.
Pero, por otro lado, la seguridad del hombre es la oportunidad de Satanás. La manera cómo Dios obra no es la de poner al creyente fuera de las pruebas, sino en todo caso darle un poder especial para soportarlas.
Alguien ha dicho que “Dios suele sacar algo bueno de lo malo, para que los reproches de nuestros enemigos nos protejan del orgullo”. Las debilidades nos evitarán exaltarnos desmedidamente. Dios usó la debilidad de los hombres para revelar su grandeza. Convierta su debilidad en bendición. Haga de su flaqueza una fortaleza. Cuando Sansón fue débil, pidió ser fuerte.
2. El poder que reposa en mí v. 9b. Hay mucha gente poseída por otros poderes. De hecho, en algunos reposa el poder de alguna inclinación pecaminosa, en otros reposa el poder de la ambición, la fama, o el prestigio.
Pero hay una diferencia cuando al buscar en mi interior descubro el poder de Cristo, reposando para mi fortaleza. El Señor es suficiente para mí, no necesito de más poderes. El Señor le dijo a Pablo: “Bástate mi gracia” frente a sus debilidades. De esta manera mis hermanos, cuando vean sus debilidades, vean también el poder de Cristo.
Aquí hay algo maravilloso. Si el poder del Señor reposa en mí, entonces cuando soy débil, soy fuerte. Fue el mismo Pablo quien al hablar de sus debilidades nos ha recordado esto: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros…” (2 Corintios 4:7).
La palabra “reposar” nos viene de “morar en una tienda”. Jesús hizo morada en el mundo según Juan 1:14. Pues de igual manera, ahora ha hecho morada con su poder en nuestros corazones, por eso soy fuerte.
IV. LA DEBILIDAD ME CONDUCE UN GOZO MAYOR
1. Todo sea por amor a Cristo v. 10. La filosofía del mundo no es ser débil, sino fuerte. El mundo no quiere saber nada de los débiles. Los hombres buscan ser fuertes, poderosos, como si con esto les permitiera estar por encima de los problemas. Y cuando alguien se hace fuerte será muy difícil verlo como alguien débil. En la mentalidad de algunos, el hacerse cristiano los hace muy débiles.
Es más, algunos consideran que el cristianismo es para los pobres, los débiles, los llorones, los faltos de poder o los sin fuerzas.
Pero contrario a la manera cómo el mundo califica la debilidad, Pablo nos recuerda el amor que nos dispensa el Señor para gozarnos en nuestras debilidades. Nuestra condición humana no siempre acepta las debilidades de una manera gozosa.
De hecho, cuando pasamos por esos momentos difíciles, muy distintos a los enfrentados por Pablo, lo menos visto será el gozo. Pablo había aprendido de su Maestro quien “por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz…” (Hebreo 12:2). El amor de Cristo convierte mi debilidad en gozo.
2. “Cuando soy débil, soy fuerte”. La conclusión a la cual Pablo llega no es la de un derrotado. Él no ha claudicado porque tenga un aguijón abofeteando, sino más bien ha encontrado en su debilidad otra manera de servir mejor al Señor y por esto él siente gozo. Definitivamente las cosas del Señor suelen ser paradójicas, y locuras para los que se pierden.
Pero la debilidad me hace fuerte. Mi debilidad me hace más dependiente del Señor, permitiéndome conocerlo más en su gracia y en su poder.
Pero, sobre todo, cuando soy débil descubro que la arrogancia, el orgullo y la vanagloria han sido malos compañeros. Si alguna prueba le ha hecho débil, tome ventaja de ella. Aprópiese del poder del Señor. Al igual que Pablo, descubra el gozo y el poder detrás de su debilidad. “La madurez espiritual de un creyente puede medirse por el gozo. En todas las circunstancias el Espíritu Santo produce gozo. Dios tiene su propósito en nuestras aflicciones, pero nunca nos quita el gozo”. Sáquele provecho a su debilidad. Cuando se sienta débil, será más fuerte.
CONCLUSIÓN
No se sienta mal por sus debilidades. Pablo descubrió que ellas lo hacían más fuerte. ¿Sabe usted cómo se forma una perla? Así va el proceso.
Cuando un grano de arena, o un cuerpo extraño penetra en la ostra, comienza a irritar sus nervios. En la parte interna de la ostra hay una sustancia lustrosa llamada nácar a lo cual ésta responde en el punto afectado, cubriendo el grano de arena, enterrándolo con capas y capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso de la ostra.
El resultado final es la formación de la perla. La ostra herida al principio se transformó en una preciosa joya. De esto aprendemos: una ostra debe ser herida para producir perlas. Entonces ¿no es sorprendente que la perla sea una herida cicatrizada? Pues esto es lo que Pablo nos ha dicho de este pasaje.
Si tu dolor sigue siendo insoportable, tanto que le has pedido varias veces al Señor quitarlo de ti, escucha la misma palabra de Pablo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” v. 9.
Permite al “nácar” de la gracia de Dios cubrir tu dolor. Solo su gracia sacará lo mejor de ti y al final serás fortalecido. “Cuando soy débil, entonces soy fuerte”, esto solo lo vive un hijo de Dios. Tu debilidad llega a ser tu fortaleza.