Pastoreando al que pastorea

PASTOREANDO AL QUE PASTOREA

(1 Tesalonicenses 5:12-15)

 

INTRODUCCIÓN:  Lo primero que voy a decir es que este pasaje es muy extraño para que un pastor lo predique a su propia iglesia. Lo mejor sería que otro lo predicara, pero en esta mañana me he auto invitado para hablarles de este tema en “el día del pastor”. Ahora bien, yo reconozco que he sido muy bendecido pastoreando una iglesia como esta. Dios ha sido bueno al darnos tantas cosas, entre ellas a ustedes, las ovejas de mi rebaño. Pero como soy de los que creo que nos falta más, este mensaje es necesario porque siempre podemos crecer y mejorar nuestras vidas como ovejas del Señor. El mensaje de hoy lleva el presente título. El pastor pastorea a su iglesia, pero ¿quién pastorea al pastor? Claro que usted me va a decir que el pastor del pastor es Jesucristo, y de eso no hay dudas, porque es lo que me ha sostenido hasta ahora, pero el asunto es hasta dónde la iglesia que el pastor pastorea sabe que ella también debe pastorear a su pastor. Si no lo sabía, entonces debe escuchar lo que Pablo les dijo a sus hermanos de Tesalónica. Así que este pasaje no está dirigido al pastor. Ahora su énfasis es lo que la iglesia debe saber y hacer cuando piensa en aquellos que son sus pastores, hablando de los que “os presiden en el Señor”. De manera que la iglesia, aparte de saber quién es su pastor, qué hace y cómo les dirige, debe ir más allá en valorar el alto trabajo que le toca llevar a un hombre que es de carne y hueso, con todas las debilidades como el resto de la congregación. Nos hará bien en “el día del pastor” abordar este tema, porque casi siempre la iglesia tiene una alta expectativa de lo que el pastor es y hace, pero no siempre ella conoce lo que debe hacer por su pastor (ilustración de lo que la iglesia espera del pastor). Veamos, pues, cómo debiera pastorear la iglesia al que tiene como su pastor.  

 

l. LA IGLESIA PASTOREA A SU PASTOR RECONOCIÉNDOLO 

 

  1. Consideremos el ruego apostólico v. 12. Un de los asuntos que vemos en el carácter de Pablo era que nunca usaba su posición para imponer su criterio o exigirles a sus hermanos algo que fuera por coerción o por las fuerzas. En muchas de sus cartas, esta era la nota que distinguía su gentileza y la distinción que tenía por ellos.  El “os rogamos, hermanos” sugiere  que Pablo tenía una verdadera preocupación por la iglesia que  fundó y a quien le escribió su primera carta. Otras versiones dicen: os pido encarecidamente, como favor especial. Esto da a entender que el apóstol llevaba una carga grande en su corazón. Algo estaba pasando, de allí el ruego. El asunto es que Pablo va a tratar un tema muy importante y la iglesia debería conocerlo. La palabra “hermanos” habla mucho de una relación cercana e íntima. Esto solo se da en una iglesia. El ruego de Pablo es para que reconozcan a los que están con sus pastores. Lo contrario a reconocer es ignorar, y eso es lo que Pablo les está pidiendo que no hagan. Varias versiones traducen así el texto: “que reconozcáis”, “sean considerados”, “honren a sus lideres”. Es un llamado a valorar y apreciar a su pastor.

 

  1. Reconocerlos por lo que hacen v. 12b.   Hay tres grandes responsabilidades que ejercen los pastores. Primero, “los que trabajan entre vosotros”. Observemos este reconocimiento por el trabajo que ellos hacen. ¿Cuál es el trabajo de un pastor? Algunos juzgan y hasta menosprecian el trabajo de un pastor porque no es comparado con el que hacen los demás hombres, especialmente los hispanos en un país como este. El trabajo de un pastor es el más importante que hombre alguno puede hacer, de acuerdo con Hebreos 13:17. El trabajo de un pastor es velar por sus ovejas ¿Sabe lo que esto significa? La segunda responsabilidad es “y os presiden en el Señor”. Entre los dones que el Señor nos da está el de “presidir”; eso es, el ser líder de la iglesia. ¿Por qué Pablo dijo esto? Porque a veces se cuestiona cuál es el liderazgo de un pastor, de allí este recordatorio. La tercera responsabilidad es “y os amonestan”. Amonestar significa “llamar la atención o reprender gentilmente; advertir.”.  Es, “al mismo tiempo que su tono es fraternal, es como de un hermano mayor”.

 

ll. LA IGLESIA PASTOREA A SU PASTOR AMÁNDOLO

 

  1. Tenerlos en mucha estima y amor v. 13. El texto dice que los que tengáis “en mucha estima”. Se dice que en el original, cuando esta oración se une con la palabra “amor”, es algo hiperbólico, o sea, algo extremadamente grande. La iglesia tiene que amar a su pastor en un grado extremo. Cuando leí estas palabras en el original y su profundo significado vino a mi mente el tiempo en que yo era una oveja y no un pastor. Y me acordé de los cuatro pastores que tuve en mi vida, y de todos ellos guardo un hermoso recuerdo, por su calidad de vida, y a todos ellos  los llegué a amar como eran, con sus virtudes y defectos. Y fue mi estima y mi amor por ellos que me hizo después evaluar las cosas que cada uno de ellos me transmitieron en esa relación que llegamos a mantener. Del primero con el me convertí aprendí el arte de amar a los creyentes, del segundo aprendí el arte de la predicación, del tercero aprendí el arte de la evangelización  y del cuarto aprendí el arte de hacer discípulos. De esta manera,  los tiempos que me tocó estar al lado de ellos  los llegué a estimar y amar sobremanera. Valoré su dedicación, sus limitaciones y hasta el sufrimiento por sus iglesias.  

 

  1. Por causa de lo que hace v. 13c. Entonces, ¿por qué razón hay que estimar y amar a los pastores? “Por causa de su obra”.  El aprecio y estima que la iglesia tiene por su pastor es para que la obra que hace sea concluida con éxito. De esta manera vemos que el consejo de estimar y amar a su pastor no se basaba en la posición o cargo que él ocupa en la iglesia, sino por causa de su obra (5: 13a), lo que se traduce en una tarea absolutamente delicada y consagrada. El verbo griego que se usa acá es trabajar arduamente, hasta el cansancio. ¿Cuál es la obra del pastor? He aquí una pregunta difícil. Le pongo un ejemplo para entenderla. Un médico atiende a su paciente, les da sus instrucciones y las medicinas, pero después se va y cierra la puerta, allí termina su trabajo. Un pastor sabe que sus ovejas tienen hambre de la palabra y le trae “pasto fresco”; sabe que necesitan de cuidado doctrinal, consejería y dirección, y por eso les guía. El pastor desde madrugada está velando por sus ovejas. Por lo tanto, el trabajo de un pastor no se termina cuando cierra su oficina. Su obra continúa las 24 horas del día y los 7 días de la semana. El pastor es como el 911, disponible a toda hora.   

 

III.       LA IGLESIA PASTOREA A SU PASTOR AYUDÁNDOLE

 

  1. Amonestando y adelantándose unos a otros v. 14.  Lo primero que yo observo en el texto es que no dice “también os rogamos, pastores”, sino “os rogamos, hermanos…”. Pablo nos muestra en esta carta que el trabajo de un pastor debe ser compartido. En todo este texto él ha estado hablando de la iglesia y su responsabilidad para con el hombre que les pastorea. Ahora introduce un texto por demás interesante. Nos dice que otra manera cómo la iglesia pastorea a su pastor es ayudándole a llevar su carga. Observemos bien el texto. En la iglesia de los Tesalonicenses había hermanos ociosos y desanimamos (“alma pequeña”), y la recomendación es que entre los mismos hermanos haya hombres y mujeres con el don de la exhortación (no de regaños), así como el don de consolación (empatía), para levantar el ánimo a los que pudieran andar en tal condición.  Esto es lo que se conoce como un “ministerio de relaciones” los unos con los otros. Es lo que nos dice Pedro cuando habla de edifiquemos como “piedras vivas” (1 Pedro 2:5-9). Los hermanos que crean ese ambiente de ayuda dentro del seno de la iglesia son una bendición. Esto es compartir la carga con el pastor. 

 

  1. Sosteniendo con paciencia a todos v.14b. Si los ociosos y los de poco ánimo necesitan ayuda, los débiles serían los más vulnerables y los que más nos necesitan. Es aquí donde entran los hermanos fuertes y maduros para ayudar. ¡Qué hermoso es este pasaje mis amados hermanos! Estos tres grupos de hermanos demandan de la iglesia una gran ayuda. ¿Ven ustedes la importancia que tiene un pasaje como este donde entraría los hermanos capacitados con sus dones espirituales para atenderles?  Bienaventurada la iglesia que cuenta con esta clase de hermanos, y feliz el pastor que los tiene para que le ayuden a llevar la carga que a veces llega a ser pesada. Haciendo esto la iglesia estaría pastoreando a su pastor también. Observemos a este otro grupo. Si alguien necesita de nuestra ayuda son los débiles, para mantenerse sobre sus pies. Moffatt observa lo que el verbo sugiere: “apegarnos a ellos, poner nuestro brazo a su rededor”. Mientras que Barclay escribe: “En vez de permitir que el hermano débil se deslice… enganchémoslo a la iglesia de tal modo que no se pueda escapar”. 

 

IV. LA IGLESIA PASTOREA A SU PASTOR VIVIENDO EN ARMONÍA

 

  1.  Logrando el compañerismo v. 15. Definitivamente Pablo observó que en la iglesia de los Tesalonicenses había una tendencia que podía romper con la armonía entre ellos. Aparentemente un grupo de hermanos no estaban del todo sanados de la vida pagana de donde salieron. De alguna manera el apóstol fue notificado de una especie de alteración del orden en la iglesia, hasta el extremo de saber que algunos tenían actitudes tan parecidas como las que se dan en el mundo. Su llamado era: “Mirad que ninguno pague a otro mal por mal…”. Esto es renunciar a su derecho a desquitarse o vengarse. Incluso puede significar renunciar a su derecho a sentirse ofendido. Hermanos, hay ocasiones en las que uno no puede evitar sentirse ofendido, pero es nuestra elección si permanecemos ofendidos o no. Sin embargo,  la otra parte dice: “ antes seguid siempre lo bueno unos para con otros…”. Esto es procurar la armonía siempre. La iglesia está llamada a mantener un equilibrio donde se vea a los hermanos amándose y cuidándose unos a otros como lo hacía la iglesia de Antioquía.

 

  1. “Tened paz entre vosotros” v. 13b. Dejé esta frase del versículo 13 para comentar y conectarla con el versículo 15. ¿No les parece que allí encajaría muy bien? ¡La unidad es tan importante! Si no podemos estar en paz unos con otros, ¿por qué alguien pensaría que podríamos ayudarlos a encontrar la paz con Dios? Cada conflicto que se levante en una iglesia debe ser tratado inmediatamente para que el diablo no gane ventaja sobre nosotros. Si sus líderes están gastando sus energías en  disputas estériles o tratando de resolver las diferencias de las personas, no les quedará suficiente tiempo ni energía para hacer lo que están llamados a hacer en la obra del Señor. Como pueblo escogido de Dios, santo y amado, vistámonos de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Soportémonos los unos a los otros, y perdonemos cualquier resentimiento que puedan tener unos contra otros. Perdonemos como el Señor nos perdonó. Amemos como el Señor nos amó. Que seamos perfectos en unidad como lo es el Padre con el Hijo. Sigamos siempre la paz.  

 

CONCLUSIÓN. Y aunque lo que he expuesto es así, la iglesia no siempre estará conforme con su pastor. He aquí la razón: “Si el pastor es gordo, es que no ayuna. Si está muy flaco, pasa hambre y es un mal testimonio. Si es muy joven le falta experiencia; pero si es muy viejo le falta energía y dinamismo. Si es alegre, es irreverente y le falta seriedad; pero si es serio le falta amor y ahuyenta a la gente. Si es bien parecido se la da de engreído.  Si es de un carácter fuerte, lo quieren más suave, pero si es de un carácter suave, lo quieren más fuerte. Si es muy activo lo quieren más calmado, pero si no se mueve es un perezoso.  Si anda visitando, descuida a la iglesia, pero si no sale, le falta amor por la iglesia. Si habla despacio es monótono, pero si habla rápido, nadie le entiende. Si se viste bien, está gastando el dinero de la iglesia, pero si se viste modesto, causa una mala imagen. Si predica largo, es aburrido; si predica corto, no se prepara. Si no reconoce sus debilidades es un soberbio; sí las reconoce, le falta carácter”. Como vemos no es fácil que un pastor pueda complacer totalmente a su iglesia. De allí la necesidad que la iglesia pastoree a su pastor, y Pablo nos ha dejado la recomendación de cómo hacerlo: Conózcalo, ámenlo, ayúdenlo y vivan en armonía.  Es por esto que Pablo no dejó en vano el resto de estos versículos 16-23. Si aplicamos esto como iglesia, seguiremos pastoreando al que ahora pastorea. Amén.