Un Padre comprometido
UN PADRE COMPROMETIDO
(Job 1:1-5)
INTRODUCCIÓN: ¿A cuál padre cristiano no le gustaría ser como Job? Mire sus características. Calificado por Dios como “ningún otro en la tierra” v.8. Lleno de una piedad inigualable, pero a su vez rico en bienes materiales. Como creyente nadie pudo objetar su integridad. Su biógrafo dijo que era “perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”. Cada vez que oímos alguna enseñanza acerca de Job lo primero que viene a nuestra mente es su sufrimiento, porque él es la referencia más completa en la Biblia que tenemos respecto a esto, después de los sufrimientos de Jesús. Pero hoy no hablaremos de él como “hombre de pruebas”, sino como un padre ejemplar; más aún, como sacerdote de la familia. Su modelo en esa área no tuvo competidores. Él, a excepción de Elí, Samuel y David, tuvo una mayor dedicación e influencia por sus hijos. Él fue un padre comprometido. Le preocupaba que sus hijos tuvieran todas las cosas necesarias, pero sobre todo que ellos amaran a Dios y vivieran una vida santificada para él. La gente de la ciudad de Uz conocía a un hombre santo, apartado del mal, pero también a un padre modelo. Tenemos muchos hombres santos en la Biblia, pero no siempre fueron buenos padres. La familia de Job era muy grande. Tenía un total de diez hijos, siete varones y tres hijas. Así que la mayor prosperidad de Job no era tanto sus riquezas materiales, sino la hermosa familia que lo respalda. El mayor desafío para un hombre es su realización como padre. Todos sus demás éxitos se verán eclipsados si fracasa en esto. Veamos el fiel retrato de un padre comprometido. Descubramos su impacto en la vida de sus hijos. Veamos los resultados de ese compromiso.
I. COMPROMETIDO CON EL PROGRESO DE SUS HIJOS
1.Progreso visto en la formación temprana. El texto no nos habla de la niñez de los hijos de Job. Simplemente se nos dice que tenía diez hijos. Sin embargo, deducimos que tuvieron una formación completa. Job, ejerciendo la función de un sacerdote familiar, seguramente se invirtió en sus hijos desde su temprana edad hasta verlos crecidos. Esto tuvo que ser su mayor satisfacción. Un auténtico padre se realiza cuando lleva a sus hijos hasta el punto de una independencia segura. Cuando después de haber trabajado en su formación los puede ver triunfantes en sus estudios, trabajo y en la formación de su propio hogar. La verdad es que hay muchos hijos en el mundo, pero no siempre hay muchos padres para esos hijos; y es que no puede dársele este nombre a quien no ha sido padre. Hay un grito de dolor que se escucha en el alma de tantos hijos, y aunque no siempre es audible, es reconocible. Si le hiciéramos la pregunta a un hijo sobre el tipo de padre que le hubiese gustado tener a lo mejor pasaríamos por un verdadero aprieto al percatarnos del “déficit” en nuestra conducción paternal. El padre que se invierte en la vida temprana de su hijo estará formándolo para ser un triunfador.
- Progreso visto en sus negocios. Hay un aforismo popular que dice: “Hijo de gato, caza ratón”. Y otro dice: “De tal palo, tal astilla”. Nos da la impresión de que los hijos de Job recibieron del padre la visión por los negocios, pues en este texto vemos que habían alcanzado tal prosperidad hasta el punto de invitarse unos a otros a sus propias casas. Se deduce por el pasaje mismo que cada uno tenía su propia casa con sus propias pertenencias. El texto nos dice que cada uno de ellos tenía una celebración en sus casas: E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día v. 4. Tenían una vida económica muy estable. Aquí podemos ver que Job como un padre comprometido, se aseguró que sus hijos vivieran bien y les ayudó hasta este punto de sus vidas. Nada nos da más satisfacción que ver a nuestros hijos progresar en todo. Los padres somos muy responsables en esta tarea. Nuestros hijos no pueden quedarse sin una formación adecuada. Sabemos que no siempre los padres tienen los recursos suficientes para apoyar a sus hijos en todas las cosas que ellos emprenden, pero debe haber una motivación constante para que nuestros hijos logren sus metas y sus sueños. Nada nos da más gozo que ver a los hijos triunfando en sus emprendimientos.
ll. UN PADRE COMPROMETIDO CON LA ARMONÍA DE LOS HIJOS
- Manteniendo unida a una familia grande v.4. Una de las cosas que logró Job fue la unidad de la familia. Sus diez hijos pasaban mucho tiempo juntos. ¡Qué cuadro más significativo es este! Job pudo mantener a su familia unida. Cada ocasión era única para celebrar ¿Puede imaginarse cada cumpleaños como una oportunidad para invitar a sus casas y disfrutar del calor de la familia? Fíjese que el texto no dice que ellos invitaban a extraños o a sus amigos. La invitación era entre ellos mismos con muy buenos resultados, pues las reuniones terminaban en completa paz toda vez que había continuidad para cada reunión. No se habla que entre ellos hubiera discusiones. Por otro lado, el hecho que los hijos se reunieron de esta manera, que se invitaran los unos a los otros, evidenciaba una profunda armonía, y en esto Job tenía mucho que ver. Job se aseguró que el carácter de sus hijos pudieran ser un reflejo de un sincero amor los unos por los otros. Felices las familias cuyo padre ha logrado mantenerlas unidas, a pesar de ser tan grandes. Pero esto no sucede siempre así. Sabemos de las discusiones, peleas y hasta tragedias que se suscitan en muchos hogares. Y tenemos que dar mucho crédito a la figura del padre, dotado con el temor de Dios, para lograr esa armonía familiar.
- La armonía se logra en el respeto v.4. Por alguna razón este texto ha sido mal interpretado, aduciendo que los hijos de Job vivían vidas disipadas, que eran unos borrachos y unos comilones. Pero la idea de la palabra “banquete” acá no da lugar para hablar de fiestas desenfrenadas, o que los hijos de Job vivían de “parranda en parranda”, como dice la expresión. Eran las típicas reuniones orientales donde la alegría y el respeto formaban parte de la cotidianidad. Esto se dice porque a tales fiestas eran invitadas las tres hermanas. Las culturas orientales tomaban muy en cuenta el respeto que merecían las hijas. Los hijos varones no expondrían a sus hermanas en situaciones donde ellas comprometieran su reputación. Entre todos ellos había respeto. Job sabía de esas reuniones. Y por no tener otra connotación, él las aprobaba, y seguramente se gozaba al saber que sus hijos disfrutaban de la armonía propia de una familia feliz. No siempre esto fue así. La familia de David vivió con muy poca armonía. El asunto es que este respeto se construía sobre las bases de un auténtico amor filial. Nada le hace más bien a la relación entre hermanos que el respeto mutuo y el padre es clave en fomentar eso.
III. UN PADRE COMPROMETIDO CON LA VIDA ESPIRITUAL DE SUS HIJOS
- Lo primero que hace es buscar santificar a sus hijos v. 5ª. Un padre no puede estar feliz mientras sabe que sus hijos pueden estar siendo alcanzados por el pecado. Y esto es lo más fácil que ocurra. Hay un “bombardeo” continuo contra la mente y la ciudadela del alma de nuestros hijos. Su propósito es destruir sus valores y la pureza de sus más nobles sentimientos. La amenaza que pretende ensuciar la vida de nuestros hijos es muy grande, de allí la necesidad de padres que se levanten como sacerdotes para buscar la santificación en ellos. Una de las oraciones que más debiera hacer un padre es la que hizo Jesús por sus discípulos, cuando dijo: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Job tuvo la percepción que después que sus hijos tenían “sus banquetes en sus casas” v.4, deberían ser santificados. La expresión: “Quizá hayan pecado mis hijos…” era una manera de hacerles examinar sus conciencias e invitarles a limpiarse de todo lo malo. Debemos recordar que la carne es débil y aun en una fiesta sana pudiera haber la tentación a pecar. Los hijos que se preservan en una vida de santidad conservan las memorias de un padre consagrado al Señor. “Santificarlos” es una forma de “ponerlos aparte, lejos del pecado”. Tenemos una tarea santificadora con nuestros hijos.
- Lo otro que hace es mantener el altar familiar. 5b. Job, haciendo las veces de un auténtico sacerdote, ofrecía sacrificios por sus hijos. Él sabía que tales sacrificios tenían la función perdonadora y restauradora. Ese acto de adoración tenía como finalidad preservar a sus hijos de toda influencia del pecado y del mundo. Los hijos de Job, al ser invitados por él a su altar, apreciarían sus enseñanzas más que los bienes materiales de su propia hacienda. Ninguna cosa produce una huella más indeleble en los hijos que las oportunidades cuando ellos fueron invitados por sus padres al altar familiar. Todavía recuerdo cuando mi hija Laura a los seis años nos pedía el devocional. Las canciones, oraciones, lecturas y testimonios hechos en tal lugar jamás podrán olvidarse, aun cuando se llegue a la edad de un adulto. Un padre comprometido sabe cuán importante es que los hijos aprendan el conocimiento de la palabra. Una y otra vez la Biblia habla de la necesidad de instruir al niño en su camino. Y no habrá mejor manera de instruirlos que poner en su temprana vida la palabra de Dios. Por cierto, el padre cristiano que le deja esta responsabilidad a su esposa está transfiriendo a ella el sacerdocio de la familia, y esta es una tarea que le corresponde al padre. Este privilegio es el del padre.
- Lo tercero que hace es interceder por ellos continuamente v. 5d. Mire lo que hacía Job. Se dice que “se levantaba de mañana” para interceder a Dios por sus hijos. Y el mismo texto añade: “De esta manera hacía todos los días”. La actitud de Job nos ilustra que no es suficiente traer nuestros hijos a Dios, y hasta dedicarlos si no estamos dispuestos a seguir ofreciéndoles a él. Nos dice que no es suficiente que nuestros hijos cumplan con ciertas tradiciones religiosas, si no los instruimos de forma continua en los caminos divinos. Yo no puedo dejar que la escuela o la iglesia sean los que formen a mis hijos. Soy responsable de interceder cotidianamente antes que otros lo hagan por mi hijo. Como padre-sacerdote estoy involucrado en presentarle mis hijos a Dios de modo que ellos no sólo sean librados de la influencia del pecado en sus vidas, sino también que sus vidas sean una influencia y bendición para otros. Padres, ¿cuántas veces oramos por nuestros hijos? ¿Hasta dónde sus necesidades ocupan nuestras agendas intercesoras? Hay muchas decisiones que nuestros hijos tienen que tomar, pero recibir a Cristo es lo más importante. Esa debe ser la más importante oración para ellos.
- Presentarlos individualmente al Señor v.5c. Se nos dice que Job “ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos”. He descubierto como padre la bendición y riqueza que encierra cada uno de los temperamentos de los hijos. Así, pues, debemos ocupar tiempo para presentarlos al Señor, nombre por nombre. Debo tener el gozo de saber que estoy hablando con Dios acerca de mi hija o mi hijo. No será un tiempo para quejarse con él sobre el comportamiento de ellos. Más bien será un tiempo de gratitud, pero de santa intercesión por cada área que mi hija o hijo necesita delante del Señor. Allí, en su presencia, debo orar por su salvación si todavía no ha sido salvo; debo orar por su bautismo si todavía no lo ha hecho; debo orar por la vocación a la que se está inclinando, y por los sentimientos que se le están despertando. Usted ha sido colocado en el hogar como cabeza. Recuerde que entre sus muchas responsabilidades está el saber que “herencia de Jehová son los hijos”, y como tal, debo cuidar este tesoro divino. Cada uno de sus hijos es de supremo valor. Usted y yo necesitamos presentarlos por sus nombres y sus necesidades delante del Padre celestial. No deje que otros sean los que intercedan por sus hijos. Es con usted con quien Dios quiere entenderse respecto a sus hijos.
CONCLUSIÓN: Una de las cosas que personalmente me impacta del libro de Job es la forma cómo termina. Sin duda que la pérdida de sus primeros diez hijos tuvo que ser muy dolorosa. Pero note la recompensa de su obediencia y su lealtad a Dios. Los últimos versículos del libro nos dicen: “Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero… y tuvo siete hijos y tres hijas… y no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos” (Job 42:12-17). Dios sabía cuánto amaba Job a sus hijos, por eso le devolvió el mismo número, pero con mayores bendiciones. Amados padres, la inversión que hagamos con nuestros hijos hoy nos llenará de enormes satisfacciones en el mañana; pero el no hacerlo, nos llenará de decepción también. Necesitamos comprometernos como padres. Debemos apostar al progreso, armonía y su salud espiritual de nuestros hijos. d¿Qué tipo de padre soy? ¿Qué tan responsable he sido en esta exclusiva tarea? ¿Qué tan comprometido estoy con este ministerio en mi familia?